Padre,
Me encuentro abrumado y con un pesar que nubla mi mente pero al mismo tiempo con un gran regocijo que calienta mi corazón. ¿Serán verdaderas las palabras de Félix cuando aseguró que en pueblo pequeño el infierno es grande?
Ayer en la noche vinieron a buscarme con urgencia. La voz de Argenis sonaba cansada y a la vez sobresaltada. Por dicha, Constanza venía con él y entre la tragedia que asechaba parecían ambos haber olvidado el penoso altercado de la mañana.
— Padre, apúrese. Venga con la Biblia y el crucifijo que hay un poseído en el pueblo.
— ¿Cómo? Pregunté exaltado.
— Sí Padre. — dijo Constanza con el rostro compungido de grave preocupación — Venga apúrese. Yo
voy a buscar el agua bendita.
— Pero es que no entiendo nada.
— Apúrese, apúrese. Póngase la sotana, traiga el rosario, traiga todo, que yo le explico en el camino.
Me dejé guiar por mis fieles y apurando el paso salimos de la iglesia.
— ¡Díganme que es lo que pasa! — demandé.
Argenis tomó la palabra.
Padre que el hijo del jefe de policía está poseído.
— ¿Cómo? ¿Efrain? Pero si lo vi ayer en la noche. Él estaba bien.
— Parece que el muchacho llegó a la casa medio mareado. Bueno, eso dice la vecina, que lo vio entrar agarrándose del muro. Después llegó Don Tulio Aponte: el pae' y dice que lo vio ahí hablando en voces y retorciéndose. Estaba pegando gritos y no se le entendía lo que decía. La vecina fue la que nos avisó. Dice que se asomó por una ventana y vio al muchacho amarrado de la cama.
— ¡Dios bendito! ¿Y su madre donde está?
Constanza enseguida habló,
— No Padre Emilio, Efrain no tiene mae'. Esa se murió cuando el andaba chiquito y mejor que fue así. Don Tulio Aponte, el marido, es un bárbaro. Aquí todo el mundo lo sabe y ¡por mi nombre que no estoy inventando nada! No me tome usted por chismosa, pero le digo la verdad. El Jefe de Policía es un diablo en persona. Ya lo verá usted mismo. Tenía una hermana que era la que lo cuidaba pero esa también se escapó. Dicen las malas lenguas que porque el mismísimo pae' la preñó. Una familia muy convulsa de verdad y por desgracia a ese demonio es a quien tenemos de autoridad en este pueblo.
Miré a Argenis que caminaba apurado, corríale el sudor por la cien.
— Argenis. ¿Tu sabes de eso? — inquirí. Él asintió, haciendo una mueca con la boca como queriendo completar la historia.
— Argenis, dime lo que sabes por favor.
— Padre, con todo el respeto que sus oídos se merezcan; y que Dios me perdone pero, las cosas que hace Don Tulio Aponte no tienen nombre. Fíjese que el muchacho está como está y la que avisa es la vecina. Él ni siquiera salió de la casa y cuando la buena mujer le preguntó que le pasaba a Efrain, él solo contestó : «Qué llegó poseído pues, ¿qué más va a ser?».
Constanza continuó:
— Y eso es solo ahora, pero no es secreto Padre y pregúntele a quién usted quiera. Don Tulio siempre ha sido un hombre muy severo y muy cruel. A la pobre mujer, la tenía aterrorizada -qué en paz descanse su alma. Figúrese también que el pobre muchachito de pequeño sufría unas palizas tan atroces que lo dejaban días sin salir de la casa y cuándo al fin salia, andaba todo magullado, todo renqueante. Efrain no habla mucho, igualito que la hermana que huyó. Los dos hijos y la mae' siempre fueron muy reservados, de esa gente que jamás se queja, ¿sabe?; pero imagínese, si el pueblo entero le teme al pae' que es un simple gendarme, que quedará para el hijo. Y si mas le digo, a la comisaría nunca nadie va porque Don Tulio no se ocupa de absolutamente nada y las muchachas del pueblo le huyen y lo desdeñan porque también tiene fama de abusón. Usted se preguntará que hace entonces ese ser en un puesto semejante, pero ¿qué vamos a saber nosotros los pueblerinos? A esa gente la ponen en el puesto y a nadie le preguntan; y por si fuera poco, ahí duran años hasta que se los lleva la muerte.
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YO CONFIESO (BORRADOR)
General FictionSoy el párroco asignado a este variopinto y caluroso pueblo. Mi fe y mi entrega a Dios constituyen la fuerza y la razón de mi existir; pero desde que llegué a este lugar tan lleno de intrigas y tentaciones se han quebrantado mis cimientos y se ha a...