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Padre Amado,

Después de la noche pasada no he podido pensar. Mi mente divaga sin descanso repitiendo las escenas de amor vividas en la víspera.

Las lluvias no cesan y el pantano lo embarra todo. El cielo sigue gris y las gotas de lluvia caen pesadas sobre el jardín. Me pregunto si es que lo que ha pasado es una muestra de tu llanto.

No sé si Tú, Padre Celestial, puedes sentir tristeza pero me encuentro imposibilitado de tomar otra decisión.

No sirvo como ejemplo para la iglesia y en tanto algo de lo ocurrido salga a la luz, dañaré la reputación de nuestra religión. He escrito hoy una suplicante carta de renuncia a la diócesis. No he mentido, no he dado excusas. Simplemente me declaré culpable por lujuria y ruptura de los Santos Sacramentos, además de mi deseo irrefutable de dejar los votos. Espero que esto facilitará mi proceso haciéndolo más expedito en el tiempo.

Anoche, después de pasar un largo rato juntos, acompañé a Jogina hasta la hacienda. Todas las luces estaba aún ausentes e intuyo que no hubo peligro de haber ser vistos.

Ella me explicó que si preguntaban diría que la agarró la lluvia y buscó refugio en la iglesia y de cierta forma es la verdad.

Durante el día no la vi. La extraño como sino la hubiera visto en días, pero creo que debe estar tan exhausta como yo.

Confío en ti que me des el tesón y facilites mi camino para hacer lo que considero es correcto. Por el bien de todos, por el bien de tu Parroquia. Amén.


YO CONFIESO (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora