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Jungkook

La vista que se encuentra tras la ventana del autobús es una que reconozco a la perfección. Cientos de veces observé los mismos edificios y calles a través del cristal mientras hacía tiempo para llegar a casa. Ahora que lo pienso... desde hace mucho años perdí las ganas de llegar a aquel lugar, pues exceptuando a mi hermano, solo encontraba soledad rodeada de paredes.

Los pensamientos fluyen y explosionan entre sí en mi cabeza. Han pasado demasiado cosas en un día y empieza a dolerme un poco todo el cuerpo. Ni siquiera se qué pensar con claridad... son tantas cosas que pueden indicar que mi situación es incluso peor de lo que pensaba.

Es tan desalentador y triste todo esto, que me dan ganas de reír. Quiero burlarme de mi mismo por seguir creyendo que debe haber algún error en todo esto. Que nadie podría ser tan cruel, quisiera creer que es una vaga e inusual coincidencia.

Quisiera creer que solo es una coincidencia que la mayoría de problemas, decepciones y tristezas que he tenido en mi vida no llevan el nombre de mi progenitor. 

Pero al parecer soy mas tonto e iluso de lo que pensaba... porque aunque no quiera admitirlo, mi instinto me dice que estoy en lo correcto.

Estoy tan perdido en mis pensamientos, que veo pasar mi parada ante mis ojos y me levanto de inmediato apurado. Joder... definitivamente no estoy en mis malditos cinco sentidos. Afortunadamente alguien ha timbrado y pido disculpas al pasar por entre la gente para finalmente bajarme de un salto.

Suspiro y sacudo mi cabello ordenándome calma. Necesito pensar bien las cosas, necesito visualizar el panorama completo. Tengo que hacer algo.

Con pies pesados de incertidumbre emprendo mi corto camino hacia mi antigua casa, las cosas en mi cabeza ocupan tanto lugar y energía que parezco hacer el trayecto en un par de segundo, porque en un parpadeo me encuentro frente a la puerta principal de lo que definí muchas veces como hogar.

Ja, que imbécil fui.

La nostalgia debería sacudirme con furia al mirar el lugar tan conocido, pero lo único que azota en mi interior es la impotencia. Ver este lugar no me trae ninguna paz o añoranza. Lo único que puedo pensar es en el pequeño Jungkook indefenso que se encontraba atrapado en este lugar desde pequeño, viviendo el peor infierno que se le puede dar a un niño.

Un ambiente abarrotado de desprecio, indiferencia y violencia.

Una exhalación profunda sale de mi pecho y por primera vez me doy cuenta del temblor de mi mano derecha. Aprieto mis ojos con molestia, incrédulo al ver lo afectado que estoy por todo. Lo gracioso es que todo pinta a que se pondrá peor... y es por eso que me congelo en el pórtico.

¿Estoy preparado para todo esto?

Mierda, no.

Literalmente estoy frente a mi peor pesadilla.

Pero antes de que pueda decidir algún cosa, la puerta de abre ante mis ojos y me encuentro de frente con el rostro irreconocible de mi madre.

La mujer bajo mis ojos siempre se ha preocupado por su apariencia y porte, siempre perfumada hasta la medula y con su rubor al punto. Y justo ahora parece una persona totalmente diferente, las oscuras ojeras en su rostro no indican salud ni una vida dichosa; cosa que mi madre nunca permitiría que alguien detectara.

— ¿Qué haces aquí? — exclama con angustia apretando el marco y la puerta con sus manos — Pensé que nunca volverías — dice mirándome de arriba abajo como si no creyera del todo que soy real.

— Yo- — susurro inseguro de hallar las palabras correctas, mi corazón detenido.

— No te bastó con avergonzarme al cambiarte de profesión, sino que además eres un cobarde que abandona a su madre. — Sus palabras golpean con dureza mi pecho hasta hacerme sentir desequilibrado, observo a los lados de la calle, sabiendo bien que ella odiaría hacer un espectáculo y tomo su mano con cuidado retirándola del marco para poder pasar.

Kurabu II クラブ KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora