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La mano de Kan de pronto se posó en su hombro, Gemma no reaccionó ante él. No sabía en qué momento ocurrió, pero ella se encontraba mirando hacia afuera con lágrimas recorriendo su mejilla.

—No entiendo cómo puedes estar aquí llorando cuando tienes un montón de dinero. Diviértete cuanto quieras —dijo antes de girarse para así salir.

Gemma estaba por continuar firmando los papeles que abandonó el día anterior. Kan tenía razón, su preocupación no resolvería sus líos.

Tomó la túnica que dejo tirada para cuando ingresó en la sala, aunque haya ocurrido incidentes, luego de despertar no se ha tomado la molestia de relajarse.

Era como menciono Kan, las personas de cierta forma han aprendido apreciar a Yaám y aunque caminaba sin reconocer los rostros de estos, se podía sentir la amabilidad y el respeto que le tenían, esto sin contar que hace años atrás deseaban verlo muerto.

—¿Qué tanto has logrado? —murmuró la chica para sí sola, hallándose con un puesto de comida no muy común, había olvidado que en Turán se podían encontrar variedades de alimentos, ya que, a pesar de ser un país invadido por la nieve, su gastronomía puede vencer a cualquiera, incluyendo Denzka.

Aquel local separaba la barra con breves cortinas de un color celestino que no tocaba del todo la nieve que rodeaba la ciudad. Las sillas de miradas eran pintadas de un blanco con pequeños brillos a su alrededor; Gemma no es amante de las decoraciones y demás, pero cabe recalcar que los puestos de comida dentro de Turán son una obra de arte.

—Buen día. —Kan le recordó que Yaám tenía algo que a ella le faltaba: modales. Gemma tomó asiento en dicho lugar y de pronto acaparó las miradas de muchos, sentirse incómoda de ahora en adelante era parte de su vivir.

—Joven gobernador...—expresó la mujer con gesto de felicidad. Gemma cinceló una sonrisa tímida—. Es un placer tenerlo con nosotros, ¿desea lo mismo de siempre?

La mujer emocionada no espero que respondiera. Buscó de inmediato el alimento que tenía listo para su gobernador, colocando el platillo delante de él.

—Gracias...—mencionó antes de tomar los cubiertos y comenzar a comer.

—No se preocupe, también tenemos del mejor vino, su favorito. —Siseó un hombre a su costado, ha de ser su esposo, pensó Gemma.

—Ya sabes que no tolera el alcohol, no debemos brindarle —indicó la mujer con un cucharón en sus manos regañando a su cónyuge.

—Así que no puede beber tanto...—Gemma observó con cierta curiosidad la botella, podría tenerla, después de todo, lo que compre queda registrado en la cuenta de Yaám—. Puedo llevarla, no se preocupen, por las noches funciona luego de trabajar.

BÉLKASKA: LA ERA DEL DESPERTAR #3 ✔┆FINALIZADA┆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora