Capítulo 16 - La propuesta

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Al fin estaban de regreso en casa, y aunque dicen que no hay nada más dulce y seguro que el hogar, ni Lucía ni los niños lo pensaban así. En Lucía aún seguían dando vueltas las sospechas de que algo muy malo estaba ocurriendo en aquella casona al descubrir el moretón de Mateo y la mancha de sangre en la escalera. Tenía miedo, pero estaba decidida a indagar hasta el fondo de todo esto.

—Los niños será mejor que descansen temprano —propuso Mateo sentándose en su escritorio—, con todo esto que pasó deben estar muy cansados, y asustados lógicamente. Gracias por todo, Lucía. No tuve tiempo de agradecerle por lo que hizo por Martina, se nota que quiere a mis hijos.

—No agradezca, Manuel. Es mi deber cuidarlos.

—No sé si hoy puedan dormir tranquilos. ¿Sería demasiado atrevimiento si... le pido que se quede? Al menos por esta noche —sugirió él.

—¿Está seguro, señor?

—Sí. Le voy a pagar todas las horas extras que haga, de eso no se preocupe. Solo quiero que ellos estén acompañados por esta noche —aseguró él demostrando una preocupación que no terminaba de conmover a Lucía.

—Si usted insiste... pero hay algo de lo que quería hablarle... —Lucía se sentía nerviosa—, ¿usted vio que Mateo tiene un moretón cerca de la costilla?

—¡¿Cómo?!

—¿No sabía? Se lo vi hoy cuando lo estaba vistiendo.

—No... no supe nada. Lo único que supe es que el otro día se dio tremendo porrazo afuera pero no creí que le quedaría un moretón —aseguró Manuel excusándole rápidamente. Como si ya tuviera preparada la mentira para cuando la pregunta llegara.

—Con todo respeto, señor, pero debería ser más consciente teniendo a dos niños pequeños a cargo. No puede dejarlos por ahí así nomás —sugirió Lucía bastante indignada—. Esta vez fue un moretón, ¿pero qué hubiese pasado si se golpeaba la cabeza por ejemplo?

—Sí, tiene razón, Lucía. A veces me cuesta, ¿sabe? Ser padre y madre a la vez. No es fácil criarlos solo —Manuel intentaba recurrir a su papel de víctima para impresionarla.

—Lo entiendo, y de verdad que no quiero que se sienta mal.

—No, por favor. Está bien que me haya avisado para estar más consciente. Tiene toda la razón, Lucía.

Luego de un silencio incómodo, venía otra pregunta igual de inoportuna pero que debía ser hecha.

—Bueno, también quiero consultarle por algo más. Vi una mancha de sangre en uno de los escalones al final de la escalera. ¿De quién es?

—¿Sangre? —Manuel frunció el ceño enseguida.

—Sí, la vi justo antes de salir a la fiesta. Si quiere le muestro dónde está para que vea.

Ambos se levantaron de sus asientos dirigiéndose a la sala principal. Manuel la siguió con odio en sus ojos, sentía que estaba preguntando mucho para los planes que tenía para ella. Pero para su suerte, al llegar no había nada. Ni rastro del manchón que Lucía decía haber visto.

—Y bueno... ¿dónde está? —preguntó él.

—Estaba justo ahí, en el penúltimo escalón —Lucía no entendía lo que sucedía. La mancha de sangre ya no estaba allí.

—Yo no veo nada, Lucía.

—¡Pero tiene que creerme! ¡Estaba ahí! La vimos justo antes de salir los niños y yo —Lucía insistía pero no había caso. Contra el teatro armado de Manuel no podía hacer nada.

Sombras en la noche (#SdV 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora