Capítulo 20 - Recuerdos de un tormento

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El atardecer regalaba sus últimos destellos del día, adornando al cielo de tonos rosas y naranjas para luego dar paso a la oscuridad. Florencia estaba en la terraza contemplándolo como solía hacer a menudo desde que ocurrió la tragedia. Pero debajo de sus pies vió llegar a Lucía y Guillermo, a quien ya no veía con los mismos ojos desde la sesión que tuvo hacía un rato. La semilla de la duda se estaba sembrando en su mente y tenía que aclarar todo de una vez.


***

Al verlos entrar por la puerta, Lorenzo y su madre corrieron preocupados a ayudarlos. No sabían exactamente lo que había ocurrido.

Ma cosa è successo, mio dio? —preguntó Alicia llevándose las manos a su rostro pálido de la angustia.

—Tuvimos que llevar a Guillermo al hospital porque tuvo un accidente... —respondió Lucía ayudándolo a caminar—, fue en el cuarto de Flor.

Ma che tipo di incidente? —inquirió Alicia.

—Ahí hay algo, doña Alicia. ¡Hay algo tenebroso! —Guillermo estaba al borde de las lágrimas al ver hacia arriba y recordar la experiencia traumática que vivió en aquel cuarto.

—Calma, calma, bambino. Vieni, ti preparo qualcosa delizioso —Alicia se lo llevó a la cocina tomándolo suavemente del hombro, y dejando a Lorenzo y Lucía a solas.

Come stai, Lucía? —Lorenzo fue el primero en romper el silencio entre los dos.

—Cansada, pero bien... —Lucía no sabía cómo empezar, ni qué decir respecto a la noticia que debía darles—, después tengo algo que darle, para su madre. Quisiera hablar con ustedes.

Che cosa?

Lucía suspiró apartando los ojos, pero sabía que tarde o temprano tenía que confesarlo.

—Me voy, Lorenzo. Les dejo la mensualidad por adelantado y me voy... mañana mismo.

Lorenzo frunció el ceño, estaba consternado con la noticia.

—¿Tan pronto? Tu torni con tua madre?

—No, está difícil que vuelva a lo de mi madre. Voy a vivir a la casa de los Ferreira —confesó tratando de evitar su mirada.

Lorenzo no lo podía creer.

—¿Cómo? Stai parlando in serio? —estaba indignado con lo que acababa de escuchar—. ¿Por qué va a ir ahí?

—No es porque quiera, Lorenzo.

È il tuo posto di lavoro! Non devi vivere allì!

Lucía no sabía si decirlo, pero Lorenzo estaba sacado de quicio y quería que al menos la entendiera.

—¡Los niños que cuido están corriendo peligro! ¡Ellos me necesitan!

—¿Ellos la necesitan, o usted a ellos? —insistió Lorenzo.

Lucía se quedó sin palabras, mirándolo con desprecio ante lo que acababa de decir. Quería que la entendiera, pero no lo hizo... o tal vez sí, más de la cuenta, de hecho. Porque sus palabras aunque dolieran, parecían dar en el clavo, justo ahí donde la herida aún no cerraba ni aunque huyera una y mil veces como lo estaba haciendo ahora. Ni encerrándose en su cuarto una vez más a llorar podría ocultar la verdad del duelo que estaba viviendo. Necesitaba sanar, y quién sabe si aferrándose a esos niños era la solución o solo un bálsamo para su dolor.


***

Abajo en la cocina el único tranquilo era Guillermo, quien degustaba de un rico budín de chocolate casero hecho por la siempre amable doña Alicia. Ella en cambio lo miraba con preocupación al ver la gasa que tenía en la nuca.

Sombras en la noche (#SdV 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora