Avanzó un paso, avanzó dos, y el piso tembló con su marcha. Los niños retrocedían temiendo lo peor. Afuera iniciaba una tempestad augurando lo peor. ¡No te acerques más! —le gritó Martina a su hermano. El miedo corría por sus venas.
—Niños, ayúdenme —sollozó la voz de su madre.
Mateo parecía incrédulo. Martina se mantenía al margen.
—¿Qué hacemos? —preguntó Mateo a su hermana.
—Me quieren matar... —su madre se iba acercando más y más, con unos pasos débiles por el dolor que sentía—, estoy lastimada.
La poca luz no dejaba distinguir quién realmente era. La que provenía de los truenos develaba un rostro sufriente y ensangrentado, cansado de seguir en pie. Con cada paso que daba parecía querer rendirse, pero no lo hacía, se iba acercando más y más a Mateo.
—No entiendo qué está pasando, ayúdenme por favor...
—¡Tenemos que ayudarla! —gritó Mateo dándose la vuelta.
Justo en ese momento ella alzó su brazo. Tenía un cuchillo y estaba a punto de clavárselo a Mateo.
—¡Mateo, corré! —gritó Martina desesperada.
—¡Sus poderes van a ser míos! —bramó Nora con una voz casi demoníaca, muy diferente a los sollozos que acababa de actuar frente a ellos.
El puñal se dirigía directo a Mateo, pero por un solo cabello no lo atravesó. Antonia se había aparecido a tiempo lanzándose encima de ella impidiendo así que el cuchillo atravesara al pobre niño, quien miraba perturbado lo que acababa de ocurrir.
Nora y Antonia se entregaron a una lucha encarnizada por la sobrevivencia. Aunque esta vez Antonia no quería hacerle daño a su rival, pues sabía que si le hacía daño a Nora no era realmente a ella, sino a su hermana. Tenía la esperanza de verla de nuevo, pero Nora era consciente de ello y no se iba a dar por vencida por más malherida que estuviera.
Los cuchilladas alcanzaron a Antonia haciéndola gritar más de una vez. Le cortaban como latigazos furiosos que intentaba esquivar. Nora a pesar de sus heridas tenía una fuerza impulsada por el odio que sentía por aquella chica que le impulsaba a querer asesinarla a como diera lugar. Su sed de venganza se reflejaba en su mirada perversa que en contraste con las luces de los truenos parecía salida de un mundo onírico oscuro y siniestro, tal y como siempre había sido su alma envenenada.
—Nunca debiste meterte en mi camino... —le dijo con la respiración agitada. Ambas no podían más de luchar—, desde el principio supe que ibas a ser un estorbo... desde la primera vez que llegaste a esta casa... y ahora... ahora que volviste lo veo aún más —Nora le apuntaba con el cuchillo mientras recargaba aire—. Tu peor error fue meterte con mi hijo, pero conmigo no vas a poder. ¡Nunca vas a recuperar a tu hermana! ¿Querés saber dónde está? ¿Querés? ¡Ella se está pudriendo en el infierno, siendo la ramera de Satanás mientras yo ocupo su lugar.
—Estás acabada, Nora —le respondió Antonia.
Ésta se rió de una manera tan perversa como su mirada desquiciada.
—Soy una Ferreira. Nunca pierdo. Hoy es tu hermana, y mañana va a ser uno de ellos —le confesó apuntando a Mateo y Martina, quienes miraban horrorizados tomados de la mano—. Voy a tomar el lugar de uno de esos mocosos, voy a ser aún más poderosa de lo que ya soy, y el mundo finalmente va a estar en mis manos.
—Por encima de mi cadáver vas a tocarlos.
—Ni vos, ni nadie me va a sacar el placer de ver cómo tomo su lugar. Y ya lo decidí. Voy a tomar el lugar de Mateo. ¿Te imaginás? Poder dominar objetos con la mente. Voy a ser invencible. El mundo va a estar a mis pies, y vos vas a ser la espectadora principal de esta función. Antes de matarte... quiero que contemples mi último truco de magia.
ESTÁS LEYENDO
Sombras en la noche (#SdV 2)
HorrorDeberías creer en aquello que se oculta en las sombras Queriendo dejar un terrible pasado atrás, Lucía decide tomar un nuevo rumbo a su vida comenzando desde cero. Es así que llega a la enorme casona de la excéntrica familia Ferreira como niñera de...