Capítulo 5 - El amargo sabor de la traición

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La ayuda para Florencia llegó rápido. También para Guillermo, quien a pesar de haberse mantenido firme todo ese tiempo, también necesitaba ayuda médica. Aunque él a diferencia de Flor, salió rápido de su chequeo. Solo algunos rasguños superficiales sin mayor importancia. En cambio Flor tenía que permanecer al menos toda la noche internada para saber la gravedad de sus heridas. Sus padres, Lorenzo, Lucía y Guillermo estaban en el hospital esperando cualquier noticia que tuvieran de ella, mientras el tiempo iba y venía entre los grandes pasillos verdosos del lugar y los ruidos de tacos de las enfermeras que parecían ignorar que ellos estaban ahí con sus caras de miedo esperando alguna noticia.

—¿Cuánto más nos van a tener así? —preguntó llorando la madre de Florencia—. Hace rato que estamos acá dando vueltas y nadie nos viene a decir nada.

—La están examinando. En cuanto tengan todo nos vienen a avisar. Tranquilícese —le recomendó Lorenzo, pero aquella mujer parecía empeñada en no hacerle caso.

—Ahora... yo quiero que me expliquen... ¿qué carajos hacían en ese lugar? —preguntó ella furiosa hacia Guillermo.

—Fuimos a explorar, nada más. Contamos historias, y era eso nomás. Flor y yo les dijimos a Lucas y Santiago que nos fuéramos rápido, pero ellos insistían en quedarse. Lo que no imaginábamos es que no estábamos solos —mencionó Guillermo recordando con temor el episodio reciente.

—¡Y ahora por sus pavadas hay dos de ustedes desaparecidos, y mi hija malherida! Además, ¿qué tenía que ir ella con puro hombre a un lugar tan alejado como ese? ¡¿Dónde se ha visto?!

Todos entendían sus argumentos, pero preferían no decir nada para no alterarla más de lo que ya estaba. Y para no presionar aún más a Guillermo, quien aún se veía muy conmocionado por lo que acababa de suceder.

—Guille, ¿no recuerdas más nada? —preguntó Lorenzo.

—No, estaba todo muy oscuro.

Tu dici que habían unos enmascarados, ¿no? —Guillermo asintió atemorizado—. Voy a ir a buscarlos, a Lucas y Santiago, tal vez todavía estén ahí.

—¡¿Está loco, Lorenzo?! —le gritó Lucía levantándose de su asiento—. ¡¿Cómo va a ir solo hasta allá si hay gente peligrosa merodeando la zona?! ¡Espere que la policía se encargue!

—Usted aún credi nella polizia, signorina? —preguntó Lorenzo de forma irónica.

—Aún creo que hay gente buena y justa.

—Lo siento, ma non é así. A ellos no les importamos, si me siento a esperar por la polizia, Lucas y Santiago estarán muertos.

—Entonces yo voy con usted —dijo Lucía.

—Non, tu no va a ningún sitio. Voy yo con unos amigos.

—¡¿No se cansa de ser terco, eh?! —gritó bastante irritada Lucía.

—Quiero protegerla, quédese con ellos que la necesitan.

—Yo voy contigo, Lorenzo —interrumpió Guillermo, y antes de que también le diera la negativa, continuó—. Me siento muy responsable de esto y de lo que les pase. El sentir que huí sin poder haberlos salvar no me va a dejar dormir en toda la vida. Por favor, dejame ir. Yo sé cómo defenderme. ¡Por favor!

Lorenzo no quería dejarlo ir, pero entendía su posición.

Ok, andiamo. Usted, signorina. Por favor cuide de los padres de Flor, y váyanse luego a la pensión.


***

Lorenzo y Guillermo prefirieron hacer todo a escondidas, reuniendo a otros hombres para ir hacia el Estrella del Norte sin avisar a la gente de la pensión, pues los gritos de doña Alicia se escucharían hasta en la antigua Italia de donde habían venido para tener una mejor vida. Guillermo aún sentía miedo de regresar a aquel lugar, pero se sentía un poco más seguro al ver a los demás armados. Sabía que Lorenzo tenía un muy buen manejo de armas, por lo que lo hacía sentir más tranquilo, aunque al pasar por el bosque del que hacía un rato había escapado, le generaba un escalofrío. Sentía el peligro acechando detrás de cada árbol platinado por la luz de la luna. Aquella máscara resplandeciente en la oscuridad no se le olvidaría en toda la vida. Parecía verla en cada dirección, aunque solo fuera su imaginación jugándole una muy mala pasada. Peor aún cuando se adentraron en aquel laberinto oscuro y desolado que era el antiguo orfanato del horror.

Sombras en la noche (#SdV 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora