Capítulo 56 - La chica de las visiones

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La noche se iba aproximando y con ella las ganas de Antonia de saber algo más sobre el paradero de sus sobrinos y la supuesta muñeca de su hermana. Si los Ferreira seguían utilizando el mismo método que antaño, Josefina debía estar encerrada en una de esas horrendas muñecas con sus rostros realistas.

Ya estaba vestida de gala, con un vestido negro y elegante para la ocasión. Aunque no estaba para fiestas ni salidas de ninguna clase, sino para resolver el misterio que se escondía detrás de la desaparición de su hermana y de sus sobrinos. Por lo que comenzó a andar por el segundo piso de la casona como si nada pasara, en busca de respuestas que delataran a los Ferreira. Consigo llevaba siempre el arma escondida por si las cosas salían mal, y ahora más que nunca después de saber que Josefina en realidad no era Josefina. Miró por los vacíos pasillos algo que le resultara sospechoso; tanteó las puertas. Habían cuartos igual de fríos y vacíos como la casa. La oscuridad se sentía por todos lados, pero aún más en uno de los rincones en los que vio un par de ojos amarillentos y brillantes mirándola fijamente. Le causaron escalofríos. Enseguida recordó las apariciones del demonio cuando era severamente castigada en la capilla del Estrella del Norte. Creyó haberlo derrotado hacía años, pero el mal era como el bien... tan solo existía como una ley de la naturaleza.

La oscuridad se hizo aún más opresiva a su alrededor. Solo estaba ella y ese par de ojos brillantes que la miraban desde lo alto al final del pasillo.

—Tienes valentía de llegar hasta acá en busca de tu hermana, pero ella está ardiendo en el infierno, siendo mi perra por toda la eternidad —le dijo una voz inquietante y de ultratumba—. Será mejor que te vayas si no quieres ser la próxima en mi lista.

—¡Devolvémela! Sus hijos la necesitan. Llevame a mí.

—No puedo influir en este juego, solo ser observador —le avisó el diablo—. Voltea el juego, y con gusto te llevo.

Antonia vio cómo los ojos brillantes se iban acercando y la oscuridad también hacia ella. Sintió un escalofrío recorriéndole la piel, hasta que percibió al gato de Martina saltando hacia el suelo y yéndose como si nada hubiese ocurrido.

Pero debajo estaba a punto de ocurrir una desgracia.


***

Habían tocado la puerta con gran ímpetu. Nora fue a abrir hastiada de los golpes y lo que se encontró fue a Alicia algo alterada. Sabía que nada bueno traía su visita.

—¿Usted por acá? ¿A estas horas? —preguntó.

Sto buscando mio figlio.

—Ya le dije que acá no está.

Alicia rápidamente sacó el arma que escondía detrás suyo y le apuntó directo al pecho causando la conmoción de Nora.

È meglio che parli e mi dica dónde está —insistió con su mano temblando de rabia. Se había convertido en una madre dispuesta a todo por recuperar a su hijo.

—¡Cálmese! ¡¿Qué está haciendo?! ¡Baje eso, Alicia! —le imploró Nora, pero Alicia la ignoró—. Se está metiendo en un grave problema.

Nora intentó cerrar la puerta pero Alicia metió el pie y se metió en la casa siguiéndola a punta de pistola hasta la sala principal. Estaba dispuesta a todo.

Tú sai dónde está. So chi sei tú e tuo figlio. Le cose che fanno e hanno fatto. Le atrocità che hanno fatto per dinero e podere!

—No sé de qué está hablando. Nosotros somos gente honesta, y no vamos a la casa de otro a apuntarle con un arma como usted. Será mejor que baje eso y se largue antes que las cosas empeoren para usted.

Sombras en la noche (#SdV 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora