Luego de comer Guillermo llevó a Clara a la terraza, para mostrarle su lugar favorito de la pensión junto a la antigua Florencia. Clara observó el lugar con un gesto de asco en su rostro. El lugar se veía algo descuidado y lleno de hojas de otoño por doquier.
—Éste es el lugar favorito al que ella le gustaba venir —le dijo Guillermo—. Se sentaba justo ahí, al borde. Con las piernas suspendidas al vacío.
—Me dan un poco de miedo las alturas —respondió ella mirando a su alrededor.
—Igual hay una linda vista desde acá. Vení, no te preocupes que yo te cuido —le dijo Guillermo extendiendo su mano para invitarla a sentarse en su lugar—. Mirá, allá se ve el Cerro de Montevideo con la fortaleza justo en la cima.
—Hay mejores vistas en nuestro país, la verdad.
—Yo nunca salí de Montevideo. Apenas tenemos plata para el ómnibus —le confesó Guillermo—. Imagino que vos y tu hijo, Simón, conocen bastante.
—Sí. Hay lugares muy bonitos en nuestro país, y fuera también, eh. Me acuerdo cuando fui a España, que hermosa ciudad es Barcelona —recordó con una sonrisa en su rostro.
—¿En qué año fue?
—1870. Fui unos meses antes de que la fiebre amarilla azotara a la ciudad.
—Y ahora hay algo mucho peor... el Franquismo. Dicen que es una dictadura muy cruel allá. Hay muchos españoles huyendo y viniendo para Sudamérica. Acá hay pila —aseguró Guillermo.
—No sé. Mi vida se detuvo en un limbo durante mucho tiempo, Guillermo. No estoy muy enterada de lo que está pasando ahora en el mundo. Solo en el mío.
—¿Cuál va a ser el próximo paso?
—Acercarme a esa familia, y averiguar dónde está Nora ahora mismo. Estoy segura que va a querer volver como lo hice yo, si es que no volvió ya.
—Yo te voy a apoyar —le dijo Guillermo tomándola de la mano. Un silencio incómodo se interpuso entre los dos.
Era el momento perfecto para ejecutar su conquista. Guillermo recordaba las palabras de Simón cuando lo conoció. Con su poderosa magia había sido capaz de controlar la voluntad de Santiago, y así lo haría con Clara, la nueva Flor que estaba frente a él. Se lo había prometido, y había llegado el momento de dar el siguiente paso. Por lo que lentamente se fue acercando a su rostro para besarla. Sin embargo Clara se alejó de él mirándolo desconcertada.
—¡¿Qué hacés?!
—Yo... perdón, es que... —Guillermo no entendía su reacción.
—No te confundas, pendejo. Yo no quiero nada con vos —le aclaró furiosa.
—Pero, yo te traje de vuelta...
—Sí, ¿y? Te lo agradezco, y por eso mentí frente a los policías, para que no sospecharan nada de vos. Pero ya estamos a mano.
—¿No te gusto?
—¡No! Obvio que no. ¿Qué te pasa? No tengo tiempo para eso.
Guillermo quedó desconcertado. Lo estaba tratando peor que a un saco de basura.
—Se suponía que sería diferente...
—Perdón si soy dura con vos. Capaz esperabas otra cosa de mí, pero no quiero nada contigo —le aclaró una vez más—. Te agradezco por tu ayuda, pero nuestra relación no es más que... profesional, o de amigos. Con permiso.
Clara se fue dejándolo solo. Guillermo se sintió rechazado una vez más; humillado como nunca antes, y con una mirada de odio por una vez más no haber logrado su cometido. Se sentía engañado por Simón, a quien iría a buscar para que le diera una buena explicación.
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Sombras en la noche (#SdV 2)
TerrorDeberías creer en aquello que se oculta en las sombras Queriendo dejar un terrible pasado atrás, Lucía decide tomar un nuevo rumbo a su vida comenzando desde cero. Es así que llega a la enorme casona de la excéntrica familia Ferreira como niñera de...