Capítulo 40 - Riesgo de muerte

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El tímido sol de aquella fría mañana ya se escondía en la lejanía del firmamento para dar paso a un cielo rojizo en medio de la noche. Lucía sentía un escalofrío abrumador ese día, y no por la fiebre, sino por lo que Nora le había comentado horas atrás. Era demasiado para procesar, y aquella malvada mujer había logrado penetrar hasta su fibra más sensible. Tenía los ojos hinchados de llorar por su hijo, pero temía estar cometiendo un error al caer en la tentación de volverlo a tener en sus brazos. Sin embargo aún lo extrañaba, cada día lo dibujaba y escribía sobre él intentando sentirlo de alguna manera más cerca. Por las noches soñaba con él y aunque su fé en Dios era grande, su amor por Pedro lo era aún más. Necesitaba la prueba que Nora le dijo que le iba a dar. No estaba emocionalmente preparada para algo tan fuerte, pero lo necesitaba ahora más que nunca.


***

Sin embargo, aquella noche Nora tenía otros planes en mente y que eran más urgentes. Cuando el último invitado al fin se fue lo encaró a Manuel para contarle la noticia que traía entre manos.

—Manuel, te tengo novedades... sobre tu amigo Zubiria —le comentó.

—¡No le diga amigo a ese traidor!

—Mañana tenemos una cena de celebración en su casa, por lo conmovedor que fuiste hoy en el acto público —le dijo Nora con un tono sarcástico en su voz.

—¿Una cena? ¿Qué querrá? ¿Envenenarnos?

—Si su madre es la ramera de Clara se puede esperar cualquier cosa, Manuel —le aseguró ella—. Hay que ir preparados. No pueden pasar de mañana esos dos.

—Sí... sí. Deje que yo me encargo de todo.


***

En la pensión Lorenzo seguía dándole vueltas a lo que había ocurrido en la mansión. La música fascista aún seguía clavada en su mente y generándole escalofríos de tan solo pensar en esos niños cantándola con sus brazos extendidos hacia delante. Le daba miedo el punto al que podía llegar el diablo para quebrantar su cordura y voluntad. Su madre quien se encontraba cerca pudo notar el desconcierto en su rostro. Lorenzo parecía totalmente ido.

Figlio, figlio mio! Cosa sta succedendo con te?

Niente, mamma.

Menzogna! —Alicia tiró el repasador en la mesa y se sentó frente a él. Sabía que le estaba mintiendo—. Qualcosa ti sta succedendo così che ogni giorno vieni peggio da quella casa —Alicia había notado que su hijo cada día volvía peor de aquella casa, y temía que todo estuviera relacionado con el mal que acecha a Lucía—. Hai intenzione di dirmi cosa sta succedendo, Lorenzo Moretti?

Il diávolo, mamma. L'ho guardato negli occhi —le confesó Lorenzo, que había visto al mismo diablo a los ojos—. Vuole distruggermi, ma devo essere forte per Lucia —le dijo poniéndose a llorar.

Ah, figlio... La ami davvero, vero? —Lorenzo asintió, realmente la amaba como para poner su vida y estabilidad en juego—. Tu sai cosa penso di tutto questo, ma tu sei grande e sai cosa fai. Se hai intenzione di affrontare il male, non farlo da solo. Porta sempre Dio con te. Proteggiti!

Grazie mamma. Ma non è più solo per Lucía, ma per quei due bambini innocenti. Martina e Mateo sono una traccia di bontà in mezzo a tante ingiustizie —le respondió Lorenzo. Este sacrificio ya no era solo por Lucía, sino por los niños que transmitían bondad dentro de la maldad de aquella casa.

Aquel momento fue interrumpido por Guillermo quien entró a la cocina de imprevisto.

—Perdón, ¿interrumpo algo?

Sombras en la noche (#SdV 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora