La noche ya había llegado y los Ferreira se dirigían a una trampa en la que el cazador sería cazado sin tener idea de lo que le esperaba. Tanto Nora como Manuel deseaban deshacerse de Zubiria y de su madre de una vez por todas. Lorenzo los llevaba en su lujosa cachila sin tener la menor idea de lo que planeaban sus dos jefes más que solo tener la misión de protegerlos en caso de que sucediera cualquier cosa. Pero antes debían pasar por Guillermo, algo que llamaba poderosamente la atención del italiano. Aquel muchacho se subió al auto dispuesto a acompañarlos. Lorenzo mirando por el retrovisor supuso que todo tenía que ver con Florencia, aunque no hallaba una relación lógica hasta que los sintió hablar.
—Señor Ferreira, señora... recibí su nota y vine en cuanto pude —les dijo Guillermo.
Manuel sacó un arma de su bolsillo dejando boquiabierto al joven.
—Muchacho, ¿sabés usar de estas?
—No, señor.
—No importa, no tiene mucha ciencia. Ponete medio cerca de tu objetivo, le apuntás y apretás el gatillo cuando vayas a disparar —le indicó Manuel mostrándole cómo se hace e intimidando al mismo Lorenzo quien no entendía lo que estaba sucediendo—. Es mejor que le apuntes al estómago, su muerte va a ser lenta y dolorosa.
«¿Muerte lenta y dolorosa?» pensó Lorenzo. De inmediato supuso que a alguien planeaban matar. No podía contener su curiosidad. No en vano iban tan armados a aquel lugar.
—Mi scusi, signore... —interrumpió Lorenzo—, ma... che cosa sta succedendo? Perché dobbiamo andare con le armi e toda la cosa? E cosa ci fa qui il bambino?
—Muchas preguntas, Moretti —respondió Manuel—. Vos seguí conduciendo que ya te vas a enterar. Lo único que tienen que hacer es quedarse cerca por si las cosas se complican.
Fue el viaje más extraño que le tocó en su vida. Incluso más que su partida en barco desde Italia hacia Uruguay después del horror vivido en la guerra. El silencio era abrumador, y Lorenzo sabía que algo realmente no andaba nada bien. Pero al llegar a aquella mansión en medio de la noche, debía quedarse esperando las instrucciones de su jefe.
Nora y Manuel entraron vestidos de gala a lo que parecía ser el evento más importante de sus vidas. Los encajes y el brillante resplandecían a través de la figura venida a menos de Nora, quien lo arreglaba con su tocado, carísimos diamantes y guantes que ocultaban parte de sus oscuras intenciones.
La primera en recibirla fue su gran enemiga: Clara. Ambas estaban cara a cara después de tanto tiempo, sonriéndose con una falsedad digna de foto para los diarios. Nora podía reconocer en sus ojos a su eterna enemiga, así como Clara podía reconocer del mismo modo la maldad de su verdugo.
Manuel era más impulsivo que su madre. Él no podía esconder tan bien su naturaleza, por lo que al estrechar la mano de Simón lo hizo con tanta dureza que parecía querer partirle la mano de un apretón. Ya no podía contener las ganas de acabar con él esa misma noche. Y la velada que habían armado era perfecto. Sobre la mesa se tendía el telón perfecto para su actuación, donde los cuatro pondrían sus mejores cartas sobre la mesa para salir victoriosos frente a su enemigo, al que subestimaban sin saber que las máscaras que se empecinaban por mostrar ya habían caído. Frente a ellos habían muchos cubiertos, cuál de todos más afilados, como si todos tuvieran que elegir la mejor arma para ir al campo de batalla. Pero Manuel ya tenía su estrategia servida, así como Clara y Simón la tenían junto a la comida que estaba puesta en medio de la mesa. Un enorme pollo con ensaladas alrededor que resultaba una tentación para morir de la forma más épica posible. Pero esa noche ninguno de los Ferreira estaba dispuesto a morir, no sin saber que los habían descubierto al fin.
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Sombras en la noche (#SdV 2)
HorrorDeberías creer en aquello que se oculta en las sombras Queriendo dejar un terrible pasado atrás, Lucía decide tomar un nuevo rumbo a su vida comenzando desde cero. Es así que llega a la enorme casona de la excéntrica familia Ferreira como niñera de...