Manuel daba vueltas por toda la oficina con la vena marcada en la frente. Era la clara señal de que estaba poseído por la ira. Miraba hacia todos lados y todo estaba desencajado, así como su temple para con sus hijos.
—¡Lo mato! ¡Le juro que lo mato! —le dijo Manuel a su madre mientras daba vueltas de un lado a otro—. ¡Mire todo este desorden! ¡Esos jarrones costaban una fortuna! Y estoy seguro que Martina lo apoyó en esto. Los voy a colgar a los dos, ya va a ver.
—¡Calmate, Manuel! Poniéndote así no vas a lograr nada —le sugirió su madre.
—¡¿Cómo quiere que me calme?! ¡Éste es el único lugar donde obtengo algo de paz, y estos vienen a destrozarlo todo!
—Sí pero no ganás nada poniéndote así con ellos. Mirá... es muy raro que un simple nenito haya hecho todo esto. Acá pasó... algo más.
—¿A qué se refiere?
—Tengo mis sospechas, pero son vagas. Sé que esto puede ser algo positivo de confirmarse lo que pienso. Vos dejá que yo hablo con ellos y no intentes nada estúpido. Ahora tenés que concentrarte en nuestra cena de mañana. Tenemos que deshacernos mañana mismo de esos dos.
—No sé qué se trae entre manos, madre, pero haga lo que quiera. Yo voy a seguir con nuestro plan que ahora mismo es más importante.
***
Nada bueno se traía entre manos Nora, quien al rato se dirigió al cuarto de los niños para intentar una vez más ganarse su confianza. Y la mejor forma de hacerlo era leyéndoles un cuento de los tantos que habían en su biblioteca, por lo que se sentó en una silla entre medio de las camas de ambos y comenzó a contarles lo que parecía ser su cuento de buenas noches favorito. Le daba pereza hacerlo, hacía toda una vida que no tenía la obligación de hacer eso con un niño, pero lo consideraba necesario para ganarse su confianza. Aunque esta vez, ni su fingido tono dulce en la voz; ni el cuento para niños que les contaba lograba quitar de sus caras el rostro de la desconfianza, y tal vez del miedo.
—Niños... yo sé que están preocupados por lo que pasó hace un rato. Seguro oyeron a su padre gritar furioso, y no es para menos. Él está enojado porque desobedecieron sus órdenes —les advirtió Nora echando más leña a su miedo—. Yo sé también que papá puede ser muy estricto, pero él los quiere y si tiene esas reacciones a veces es porque quiere que sean personas de bien el día de mañana. Y con lo que hicieron se pusieron en riesgo a ustedes mismos. Mirá Martina, se cortó y todo por sus travesuras —luego de una pausa, fue directo al grano—. ¿Qué es lo que buscaban en la oficina de su padre?
—Estaba... buscando a mi perro —afirmó Mateo con la voz temblorosa.
—¿Solo eso? —Mateo asintió—. Que raro, porque un perro no haría todo ese desorden. Además él estaba con Martina... —Mateo no supo qué decir—. ¿Qué le pasó a Pinoccho por mentir, Mateo? —él no se atrevía a mirarla. Su verdadera madre no les haría eso—. ¿No sabés? ¿Y vos Martina?
—Le creció la naríz —respondió ella.
—¡Exacto! No me tengan miedo, soy su madre. No le voy a contar nada a su papá —Nora tenía una habilidad especial para mentirles en la cara sin titubear.
—Es la verdad —Mateo siguió aferrado a su mentira—. No sé qué pasó después, me desmayé.
—¿Y no viste nada raro? ¿Te desmayaste así nomás?
Martina justo interrumpió, estaba indignada con el miedo que les estaba poniendo aquella mujer.
—Está cansado. Le duele la cabeza —afirmó.
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Sombras en la noche (#SdV 2)
HorrorDeberías creer en aquello que se oculta en las sombras Queriendo dejar un terrible pasado atrás, Lucía decide tomar un nuevo rumbo a su vida comenzando desde cero. Es así que llega a la enorme casona de la excéntrica familia Ferreira como niñera de...