ғᴏʀᴛʏ-ғᴏᴜʀ

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Mitsuki se miró las manos, con una calma impropia de ella acarició con su dedo índice y central la palma de su otra mano, como si algo que no estuviera ahí pudiera sentirlo, como si algo muy preciado para ella estuviera frente a sus ojos.

El camino de vuelta a su hogar era largo por tierra pero no tan largo por aire, el viento contento acariciaba su rostro a medida que volvía al reino que protegía de monstruos, los árboles celebraban su presencia con suaves tonadas al compás de las alas de su compañero, incluso el agua parecía brillar al reflejar la gran complejidad del café que cubría cada escama del dragón que le había sido otorgado.

Y aún así sentía un agujero en el pecho, porque lo estaba perdiendo, perdiendo a quién más amaba, incluso más que a su esposo, incluso más que a su tribu, incluso más que a ella misma.

Katsuki con cada batir de las alas de su padre se alejaba más de su lado.

Pero no era egoísta. Sabía que Enji podía ser una cura, quizás la última esperanza de su hijo, pero si eso no servía, se rendiría, no iría tras el engendro que se lo había arrebatado, eso era un castigo para los mortales de los dioses que a ella y a su gente le habían negado todo, por eso no iba a intervenir, porque no perdería todo por solo uno de ellos.

Porque ella era una reina antes que madre.

El sol comenzó a esconderse en el horizonte a su izquierda cuando el olor familiar del veneno entró a su sistema, sin querer inspiró lo más que sus pulmones podían soportar, sentía como la sangre que había perdido se estaba recuperando a un ritmo monstruoso, porque eso eran, monstruos.

Pronto su imperio se dejó ver,  sol le daba un hermoso color rojo que hacía ver cómo si hubieran llegado a un páramo cubierto de oro.

El silbido de las alas al retroceder le dijeron a Enji que habían llegado, la caída había sido mucho más suave que el bajo de un caballo, supone que es porque ahora su "animal" tenía conciencia en ese momento.

Enji era imponente, pero apenas la reina tocó el suelo de piedra todos los habitantes del lugar pusieron su rodilla en el suelo bajando sus cabezas.

Ahí se entendió la diferencia entre un Rey y una Emperatriz.

ーMe alegra saber de su regreso a salvo mi reina ー

Enji reconoció de inmediato al chico que venía casi corriendo donde Mitsuki, era el mismo mocoso que hace años lo había atacado e intentado comer al convertirse en dragón. Con razón sentía que conocía a ese niño cuando Bakugō volvió con él.

ーCuéntame qué ha pasado en mi ausencia Eijirō ー

Ordenó la reina mientras se retiraba la capa de su espalda y se la pasaba a uno de los sirvientes que estaban alrededor, esos que ignoraban totalmente a Enji por lo que solo se dedicó a seguir a Mitsuki por el lugar, al parecer iban a la sala de trono.

ーDesde su partida hace una semana las cosas han cambiado, el principito desapareció ー

ー¿¡CÓMO!? ー

Gritó de pronto Enji, sabía que Shōto estaba en el lugar, pero ahora con lo que le decía, ¿Cómo era posible que escapara de ahí?

ーComo escucha, hace tres días fui a ver a Bakugō al estanque, cuando llegué Shōto ya no estaba con él, días antes lo vi intentando tocarlo, lo detuve pero tuve que hacer mucha fuerza para hacerlo, tanto que liberé mis garras para obligarlo a no tocar a Bakugō ー

ー¿Por qué no podía tocar a Bakugō? ー

ーPorque esa cosa está contaminada, y Katsuki no se puede contaminar ー

Acendrado 「BakuTodo」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora