ɴɪɴᴇᴛᴇᴇɴ

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Se había comenzado a volver una costumbre para Todoroki despertar en los brazos de Bakugō, al principio no le agradaba para nada pero mientras más días pasaban menos ganas le daban de salir de esos brazos.

Se sentía tan protegido que ni siquiera sentía el miedo que acostumbraba a sentir, sentía que podía estar allí sin siquiera cuidar su aspecto, sabía que no sería regañado, sabía que no sería golpeado, y aunque su vida corría mucho más peligro ahora, se sentía a salvo.

Pero eso no estaba bien, ese no era su lugar, sabía bien que no debía crear un apego emocional por algo que no duraría mucho. Su padre le había encargado a Bakugō protegerlo, y cuando eso ya no fuera necesario debía alejarse de allí, debía volver a la cuna real de dónde no debió haber salido, es más, ni siquiera debió nacer allí.

Estaba cansado, cada vez que pensaba en su familia un fuerte dolor de cabeza revolvía sus recuerdos, cosas que podía recordar con tanta facilidad como la voz de su madre ahora parecía ser siempre distinta, incluso la tarde anterior creyó que una señora era su madre por el tono de su voz. Lo bueno es que estaba sin ropa así que no salió, porque estaba seguro, su madre era albina y su padre era colorín, por eso su cabello poseía esa gama tan extraña de colores.

Se sentía extraño. Desde que había sido raptado por Bakugō un montón de sensaciones extrañas se habían apoderado de su cuerpo, desde el calor al frío sin depender de la temperatura del ambiente, del júbilo a la perdición, del enojo a la risa, y de la tristeza a la felicidad.

Estaba aprendido tantas cosas que no sabía qué hacer con tantos sentimientos.

Menos podía controlarlos cuando estaba completamente desnudo mientras una capa le cubría el cuerpo, lo peor de todo eso es que Bakugō le había cruzado una pierna por encima y lo tenía realmente pegado a él.

Jura que cuando tenga su espada va a matarlo.

Pero ahora que lo piensa... Esa es la primera vez que ve a Bakugō totalmente dormido, lo sabe bien, antes ese chico ha dormido en su presencia pero ante el mínimo movimiento mueve las cejas, siempre tiene los labios cerrados y la mano cerrada en puño, pero justo ahora no hay nada de eso.

La respiración es demasiado calmada, la mano que siempre tiene en puño en su espalda ahora abraza tiernamente su cintura, los labios están ligeramente separados haciendo que un hilito de baba cayera por su mejilla hasta la cama. Realmente estaba dormido, después de todo le tocó la mejilla en una caricia y no cambió el ritmo con el que respiraba para nada.

Siente que es la primera vez que logra ver a verdadero Bakugō frente a él.

Decide seguir tocando, su pulgar define con suavidad el pómulo de Bakugō y sinceramente se sorprende. La piel de ese guerrero es tan suave como el pétalo de una flor, no había ni una sola marca en su rostro, no habían manchas de sol ni marcas rojas, no habían cicatrices ni nada que indicara su edad, allí dormido parecía tener su misma edad.

Sonrió sin querer.

Siguió subiendo su pulgar para acariciar su párpado y allí sus pestañas, sabía que eran claras así que no pudo imaginarse jamás la gran cantidad que existía, le sorprendió mucho. Decidió seguir con la ceja sintiendo de nuevo esa sensación de estar tocando un animalito salvaje, era tan suave que ni siquiera parecía humano.

Estiró la mano por completo para así acunar medio rostro, su pulgar nuevamente había salido en búsqueda de cosas nuevas, cosas nuevas que estuvieran a su alcance, y si, justo como ese labio rojo que estaba medio seco medio húmedo al tener la boca abierta.

Primero tocó el superior ya casi sin sorpresa al sentir lo suave que era y así, alejando un poco el pulgar tocó el inferior, ¿Como es que tenía tanta carne?

Acendrado 「BakuTodo」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora