ᴇʟᴇᴠᴇɴ

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El calor de un cuerpo ajeno al suyo logró hacerlo abrir los ojos, el viento se colaba sin piedad por lo que sus borrosos ojos lograron entender como la puerta de la tienda, se sentía aturdido, en su boca el ligero sabor a oxido se presentaba recordándole moverla para saciar ligeramente la sed mañanera y así también asegurarse que toda su quijada estaba bien.

Tenía un corte interno en su boca, con razón sentía dolor en parte de su cara.

trató de alzar la mano que no estaba usando de almohada para llevarla a su rostro y restregar sus ojos para alejar el sueño del que era victima en ese momento pero no pudo, sus instintos más primitivos le hicieron bajar la mirada entendiendo de inmediato lo que le retenía; era otra mano que le cruzaba el torso hasta nacer de su espalda.

—¿Qué carajos? — Gruñó mucho más bajo de lo que le hubiera gustado hacer — ¿Qué demonios crees que haces? —

Sus alaridos no parecían importarle para nada al muchacho que seguía durmiendo a su espalda, muy cómodo debe decir, ¡Incluso estaba babeando el desgraciado!, tuvo unas ganas inmensas de golpearlo y hacerlo salir de su espacio pero esa cara de tonto simplemente le detuvo, esa cara de mocoso de quince años le dijo que dejara de ser un hijo de puta y le dejara dormir un poco más, total apenas estaba amaneciendo.

Se dejó caer de nuevo tal y cómo estaba acostado, si el mocoso no se movía y no quería despertarlo no le quedaba más que seguir durmiendo un poco más, después de todo le había salvado dos veces el culo en poco tiempo, se merecía un descanso.

Le había salvado, ¿Y Layza dónde estaba? ¿El bastardo mal nacido de Kirishima?, ¿Dónde se habían metido ese par de imbéciles? Podía creer que Kirishima dejaba a ese tonto solo, pero no lo creía de Layza, ella era una chica muy leal y firme que quería a ese niño bonito así que no lo dejaría ni aunque la arrastraran, ¿Le habría pasado algo?

Intentó levantarse sin importarle que el niño se despertara pero apenas lo hizo un dolor le recorrió las entrañas hasta hacerlo arrojar fuera todo el aire que se encontraba en sus pulmones logrando hacerlo caer de nuevo, ¿Qué carajos?

—¿Ya despertaste, dormilón? —

Una risa más que desagradable y que reconocería en cualquier lugar se escuchó por encima de él y sin evitarlo miró al cielo, por supuesto, esa tonta no estaría en el suelo.

—¿Qué mierda haces tú aquí, cara de ángel?—

Instintivamente se puso en guardia, conocía las mañas de esa mujer y esta vez no le daría unas cuantas uñas solo porque lo engañara. Claro que no.

—Tranquilo bestia, no vine por ti hoy, vine porque mi príncipe lo pidió —

—¿El mocoso? — Sin creerle cuestionó.

—Sip, llegó a mi tienda llorando, pidiendo que te salvaran, que estabas muriendo — entre risas respondió, bajando al suelo para luego sentarse de rodillas.

—Deja de joder —

—¡Lo digo en serio! joh, ¿Por qué te mentiría con eso? —

Hasta ofendida sonaba la tonta, no pensaba creerle, así le engañó antes.

—Porque te gusta joderme la vida — Y siendo sinceros, le había ganado muchas veces.

—Tienes razón en eso, pero está vez de verdad vine aquí a salvarte, ¿Por qué no dejaste que Layza te salvara?, sí hubiera tardado en venir un poco más estarías ahora muerto y no siendo abrazado por el pequeño —

—Sabes perfectamente porqué mierda no la dejé — por fin había salido un gruñido de los suyos, supone que no se habían mostrado antes porque durmió demasiado.

—¿Por qué si la dejabas le estabas robando su vida y posiblemente perdería unos veinte años?, no, quizás treinta, sip, definitivamente eran treinta —

Guardó silencio, lo sabía, por eso no quiso darle el permiso a esa niña.

—¿Por qué el mocoso me está abrazando? — prefirió preguntar, si antes lo trataba como peste por su olor y ahora hasta parecía disfrutarlo al tener su nariz pegada en la espalda.

—Bueno, entró cuando te estaba curando — simplemente sonrió, con la sonrisa mas ingenua que tenía.

—¿Qué mierda estabas haciendo? — Si fue suficiente para que Shoto no se alejara de él era bastante que decir.

—Nada del otro mundo, simplemente te saqué los intestinos, los limpié y luego los cocí para meterlos dentro y sacar así el poder del veneno de los demonios, que debo decir que era bastante, ¿Peleaste con una jauría acaso? —

"Sí, claro, nada del otro mundo"

—No, no sé qué mierda tiene el mocoso pero hay muchos bastardos que lo quieren —

—Claro que lo sabes, que te haces el tonto es otra cosa — y de nuevo estaba esa risita molesta —Layza y Kirishima fueron por comida, duerme hasta que vuelvan, es una orden, todavía no estás cursado y nuestro bello príncipe está haciendo el gran favor de darte de su energía vital, deberías agradecerle cuando despiertes— le puso una mano en la frente de la cual una luz comenzó a brillar.

—¿Qué caraj-- — antes de poder continuar hablando sus ojos se cerraron perdiendo así toda la fuerza para mantenerse despierto, la maldita lo había hecho dormir.

El viento estaba bastante fuerte ese día a pesar que hacía un sol que alumbraba todo el prado, Kirishima volaba por el cielo haciendo sombra por dónde pasaba y Layza estaba dormida a su lado. Se sentía cómodo, cálido, en casa, pero aún así dentro de su comodidad había algo que le faltaba, miró a su alrededor sólo pudiendo ver el prado largo que se movía por el viento, sólo podía ver verde y más verde, pero, ¿Dónde estaba ese rubio ceniza que tanto le gustaba?

De pronto el suelo se abrió y desde arriba del agujero estaban Kirishima y Layza mirándolo con burla al verlo caer, ese lugar no tenía fin y cada vez se volvía más estrecho, más pequeño, parecía que quería destruirlo.

Cayó en una cama, había un cuerpo encima de él que no logró distinguir, era grande, animal, robusto, sus grandes brazos estaban apoyados con firmeza en las manos que en su cuello se enrollaban, a su lado, con el rostro destrozado mientras se quedaba de pie mirando sin vida estaba Layza, no, una mini Layza, quizás tenía unos cinco o seis años a lo sumo, estaba tan maltrecha que incluso entre su poca y nublada visión logró ver sus heridas. El enojo se hizo parte de él cuando sus manos se apoyaron en los antebrazos de su agresor y de allí una luz apareció, de pronto podía respirar, pero apenas logró recuperar el aire sólo pudo ver con horror como los brazos del hombre habían desaparecido quedando solo dos muñones sangrantes que dejaban ver los nervios y el hueso.

Tomó a Layza de allí y simplemente corrió por la puerta, debía sacarla.

Otra salto y ahora era una mujer golpeada en una esquina, se volvía a repetir, luego era un hombre arrojado al río, una y otra vez, situaciones dónde debía salvar a alguien, situaciones dónde no siempre conseguía salvarlos a todos.

Pronto se dio cuenta que estaba en los recuerdos de Bakugo, pronto se dio cuenta que quizás eso se debía a la bruja ya que le dijo que los conectaría para que Bakugo sanara más rápido, y en realidad si eso era necesario, es decir, si debía ver todo eso una y otra vez hasta que Bakugo se recompusiera por supuesto que lo soportaría, simplemente no quería verlo de nuevo muerto, de nuevo sin una pizca de color en su piel mientras su estomago era cercenado sin piedad por esa bruja.

Acendrado 「BakuTodo」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora