ᴇɪɢʜᴛᴇᴇɴ

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Salir sin ese niño era un relajo para su mente, sinceramente estaba cansado, a pesar que no era la primera vez que cuidaba de alguien está era la primera vez que su salud emocional le afectaba al punto de no dormir por largas noches, hasta dolor de cabeza poseía, incluso había perdido el control de su magia y había explotado la cama... Debía comprar una nueva también.

Rascó su nuca algo exasperado, se estaba cansando de la situación, tener que cuidar a un niño que ni siquiera sabe defenderse pero que al mismo tiempo es realmente fuerte mentalmente le estaba pasando la cuenta, estaba harto de actuar como el bueno, todos lo sabían, Enji lo sabía, él no era alguien bueno, ¿Por qué carajos le puso como misión cuidar de ese mocoso llorón?

Volvió a la casa de apuestas pero realmente no apostó nada solo dejó allí uno de sus brazaletes que cambió por dinero, lo bueno es que esa vieja hipopótamo sabía el valor de ellos así que no regateó.

Ahora sólo quedaba buscar la ropa del niñito y el maldito colchón, no iba a pagar por una habitación si no tenía donde dormir cómodo ya que ahora no pensaba cederle la cama a ese niño, después de todo dormía más encima de él que en la propia cama.

Encontró una sastrería que había visitado antes y allí compró un poco de ropa de telas ligeramente más finas, y por supuesto compró una maldita manta, ah, y también compró un poncho que poseía gorro, no pensaba dejar a ese niño libre sin cubrirse la cabeza nunca más.

Casi podía sentir como una parte de él se iba cada vez que compraba algo.

Gracias al sastre pudo saber dónde era que compraba los colchones el posadero así que fue a comprar el que menos sucio parecía y luego de enerollarlo en su hombro volvió a la pensión, se jodía si tenía hambre, no pensaba gastar más dinero por ese día.

Debía mandarle un ave a Kirishima y que le mandara joyas de su colección privada, necesitaba más oro.

A la otra irá en caballo sin importarle que sea una maldita ciudad, está cansado.

Volvió a la habitación luego de pagarle un extra al viejo por el colchón que quemó e indicando que iba a poner otro porque ya lo había comprado explicándole que podía hacer lo que quisiera con esa mierda cuando se fueran, ah, y alargó la estadía un día más por si acaso.

Sinceramente no esperó encontrarse con esa escena apenas sus ojos lograron enfocar en la oscura habitación.

Shōto aún seguía en la ventana, estaba sentado en un pequeño borde con una de sus piernas arriba mientras la otra estaba estirada abajo de soporte de peso, en la que tenía alzada descansaba su capa que era abrazada por ambos brazos donde también descansaba su rostro.

Estaba dormido, dejando ver toda su espalda desnuda junto a su trasero, por suerte la capa cubría sus partes íntimas.

¿Como es que podía quedarse dormido así nada más?

Soltó el colchón para acomodarlo en la cama con cuidado de no golpear al niño, luego de ello y de sacarse su espada de la cadera y su collar fue que caminó hasta Shōto para meter una mano bajo sus rodillas y la otra en su espalda para así cargarlo sin sorprenderse cuando ese niño buscó calor en su pecho.

Lo había estado haciendo desde hace varias noches, ya no le sorprendía.

Con toda la delicadeza que pudo lo recostó en una orilla de la pequeña cama para volver a buscar la capa que se había deslizado al alzarlo, se sentía mal mirándolo así que quería cubrirlo, no era un depravado, no iba a atacar un niño que ni siquiera había cumplido su mayoría de edad.

Lo cubrió desde los hombros hasta un poco más arriba de los tobillos, la capa era grande pero ese niño era gigante, ¿Lo alcanzaría algún día? No, no lo cree, los de su raza jamás dejan de crecer después de todo.

Fue por sus compras para buscar la manta que había comprado para ponerla encima del niño así cubriendo sus pies también, solo allí se sintió cómodo.

Decidió recostarse también, tenía un dolor punzante en la cabeza que no le dejaba tranquilo así que sin dudarlo mucho le cruzó un brazo por encima mientras usaba su otro brazo como almohada, allí se lo apegó al pecho y cerró los ojos.

Debió dejar la espada más cerca pero estaba tan cansado que apenas su nariz entró en contacto con ese cabello bicolor su cerebro se apagó logrando hacerlo entrar en el séptimo sueño.

Acendrado 「BakuTodo」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora