ᴛʜɪʀᴛʏ-sɪx

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Viajar al sur era una mala señal para Shōto. De los más claros recuerdos que poseía había uno recurrente donde su padre la recordaba cada vez que podía que jamás debía ir al sur del mundo.

Ese lugar era tierra de nadie.

O mejor dicho, tierra de monstruos.

Bakugō ni siquiera dudaba en avanzar directo al sur, al parecer tenía un plan en mente.

Plan que incluía matar a todo aquel que les atacara y robar sus alimentos y armas.

Shōto sabía bien que cosas muy malas estaban por pasar pero solo podía aferrarse a su espada y a la espalda de Bakugō, ese que ahora le dejaba galopar detrás de él en todo momento.

ーVamos a descansar ー

Shōto asintió sin dudarlo antes de bajarse del caballo sin ayuda en un puro salto. Había pasado alrededor de dos semanas desde que Bakugō dejó de tratarlo como un niño indefenso y comenzó a entrenarlo, sus días se dividían en desayunar, matar demonios, almorzar, entrenar, dormir algo y repetir. Se sentía más fuerte debe decir, se sentía más seguro, porque había algo dentro de él que le decía que ya no era un niño indefenso que debía ser protegido a cada segundo.

Como de costumbre un árbol grueso se convirtió en su tienda de esa noche, el sur era cálido así que no necesitaban ni fuego ni carpas, dormir bajo las estrellas era un panorama que en realidad le agradaba, mucho más porque Bakugō poco a poco había dejado de ser tan callado sobre él y le había comenzado a contar cosas.

Bueno, cosas realmente sin sentido pero al fin y al cabo, cosas.

Le contó que conoció a Kirishima cuando tenía 12, que decidieron ver quién era el más fuerte al pelear con espadas y así ser el dueño del otro. Suceso que ganó Bakugō para la sorpresa suya, también le contó que cuando cumplió 14 conoció a la mamá de Layza, una prostituta barata que odiaba a su hija porque por ella había tenido que ejercer la profesión, lo peor que se enteró es que la maldita mujer vendía a su hija para que bastardos abusaran de ella. En ese momento decidió decirle a Bakugō que no era necesario que le contara más, había vivido en carne propia los recuerdos, su corazón no podía más al revivir sus sentimientos.

Ahora se sentía agradecido porque al parecer la pequeña no recordaba mucho de eso.

O quizás Uraraka le había borrado la memoria sobre eso, lo sentía así, por algo se conocían esos dos.

Bakugō se sentaba de espaldas al árbol y solo le contaba una historia, algo corto, una anécdota. Así era todas las noches, sin mirarlo, es más, siempre miraba al cielo, alguna estrella o algo, pero jamás a él. Y él solo se dedicaba a escucharlo hasta quedarse dormido en algún lugar cercano.

ーBakugō ー

ーDime ー

ーMi padre me dijo que viviste en el castillo cuando era niño, pero no logro recordarlo, ¿Me podrías contar de eso? ー

Bakugō de nuevo no lo miró, pero decidió no interrumpir su pensamiento, sabe que está dudando en contarle los sucesos.

ーFui compañero de juegos de Natsuo, es normal que no me recuerdes ー

Shōto solo lo siguió mirando en silencio, preguntándose realmente si le decía la verdad, recordaba bastante bien a su hermano antes de que se tuviera que ir a otras tierras, pero no lograba recordar a nadie que jugara con él.

ー¿Tienes la edad de mi hermano? ー

ー...Algo parecido a eso supongo ー

Shōto se permitió sonreír mientras estiraba su mano y así tocar la de Bakugō, un gesto de genuina dependencia emocional, un gesto de apoyo, porque llevó esa mano a su propia frente para indicarle a Bakugō que estaba ahí para él, que fuera lo que fuera no le importaba, que su vida le pertenecía.

Bakugō siguió sin mirarlo, sus ojos ya no podían ocultarlo, viajar al sur era algo que tenía prohibido por un motivo claro, pero lo necesitaba, solo allí Shōto estaría a salvo, solo ahí podría evitarlo.

Debía seguir, aunque eso le estuviera matando.

Sabe bien que está haciéndolo bien, porque Shōto sigue bien, sigue tranquilo, después de todo, esa tierra maldita era donde había nacido.

El ruido de una explosión hizo que ambos se levantaran de golpe.

Bakugō no lo miró ni le dijo nada, pero solo pudo tomarle de la mano antes de salir corriendo hacía el bosque.

Eso era algo que no podía luchar, eso era algo que si lo atacaba realmente lo podía matar, debía ponerlo a salvo, no importaba cómo, debía alejarlo de ese demonio come almas que se les estaba acercando.

Acendrado 「BakuTodo」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora