ғᴏʀᴛʏ-sᴇᴠᴇɴ

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Con el temor de que el cuerpo humano de Katsuki no pudiera resistir habían decidido mantenerlo en el lugar sagrado, Mitsuki había decidido no mantener guardia en el lugar. Era un lugar sagrado pero no demasiado grande, se supone que ellos solo nacían ahí y luego salían para ser presentados al mundo desde la punta de la pirámide, no era para ver nacer a otros.

Pero no podía dejar a su hijo solo ahí con un hombre que odiaba y respetaba por igual, además, su esposo tampoco había querido dejarlo solo.

Habían colocado pieles bajo el cuerpo de Bakugō para dejarlo descansar en algo más que la humedad tierra, su cuerpo seguía cubierto por la capa que Enji le había colocado, había algo dentro de ellos que les decía que no debían despertarlo y que debían esperar hasta que abriera los ojos.

No importaba cuando tiempo eso tardara.

Por suerte, Enji tampoco necesitó beber más sangre de Mitsuki al mantenerse en ese lugar libre de mioma, después de todo, los dragones tienen muy poca sangre fluyendo dentro de ellos, y darle la cantidad necesaria para que pudiera estar más de un día en el lugar significaba poner en peligro la vida de la reina.

Cosa que nadie quería.

La comida del lugar estaba libre del mioma así que Enji no había sufrido por ello, y es que, en realidad la cantidad de toxinas era tan baja que el puro santuario lograba eliminar el veneno al ser consumido ahí, pero sería muy diferente si lo hiciera fuera de ese lugar.

Mitsuki, al tercer día, decidió que no iba a despertar. No podía seguir dejando a su pueblo de lado por algo que no tenía esperanza. Sabía bien que había perdido a su hijo hace mucho, sabía que mantenerlo lejos de ella era algo bueno, pero verlo ahí, frente a ella por un segundo con vida fue algo que realmente la tentó a dejarse llevar en la pena.

Pena que no podía permitirse.

Se retiró una de sus pulseras y la colocó en la mano cerrada de Bakugō, esa misma que estaba justo debajo de su barbilla por su posición fetal, ahí, sin decir una palabra abandonó el lugar.

Debía ir a cazar, debía matar a más demonios para que los humanos que egoistamente se habían metido en su vida sobrevivieran un día más.

Masaru decidió no levantarse del lugar. Mitsuki en realidad no necesitaba de su ayuda para poder cumplir con su deber.

ーRey Endeavor ーInterrumpió el silencio el rey de ese páramo.

Endeavor por supuesto que lo miró.

ーUsted vivió con mi hijo, ¿Me podría contar cómo pasaron las cosas? Realmente Eijirō no logró explicar demasiado bien todo ー

Enji solo inclinó el borde de su boca en una sonrisa mientras volvía la mirada de nuevo al chico que quería como un hijo más.

ーTodo comenzó unos cuantos años antes de que naciera Shōto ー

Comenzó a relatar Endeavor al dejar caer una de sus piernas contra el suelo y así estar más cómodo. Incluso relajado imponía un respeto que Masaru no podía imponer como humano, supone que es su naturaleza apacible.

ーMisteriosamente los reinos estaban en paz, había suficiente comida para todos y mis tres hijos contaban con buena salud, parecía que todo estaba bien, que las cosas irían bien en mi reinado a pesar de todo lo que había tenido que hacer para que las cosas estuvieran así ー

ー¿Las cosas que tuvo que hacer? ーPreguntó Masaru.

Enji tomó una ramita que estaba ahí y la prendió con su magia dejándola caer sobre otras que había juntado antes, así creó una pequeña fogata.

Acendrado 「BakuTodo」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora