sᴇᴠᴇɴᴛᴇᴇɴ

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El agua le rodeaba por completo, su cuerpo era jalado con fuerza en el abismo de la oscuridad, la luz cada vez de alejaba más de su retina, le era imposible mover un músculo. Como un muñeco inerte estaba siendo arrastrado por esos largos tentáculos que desgarraban su piel por partes llenando el agua del tinte rojo, dolía, dolía tanto que quería que acabara lo más pronto posible, quería que lo matara, pero aunque ya ni siquiera sentía sus piernas aún seguía vivo, aún podía ver las burbujas saliendo de su boca yendo a la libertad del filo del agua que lo tenía prisionero.

ーShōtoー

Unos suaves brazos le rodean el cuerpo por la cintura, los tentáculos parecen temerle así que se alejan, la fría agua comienza a ser tibia y de pronto el dolor se aleja.

Se siente cálido, aún bajo el agua puede sentir la calidez del cuerpo ajeno, ese mismo que sus brazos parecen atraer por instinto desde su cuello. Logra respirar un segundo y siente un aroma incluso dentro del agua, es un aroma horrible que le hace sonreír con nostalgia, no estaba solo, no tenía que preocuparse.

Lo escucha murmurar algo mientras están subiendo, el fondo comienza a brillar y de manera instintiva busca verle el rostro pero realmente no logra distinguir mucho, pero aún así, aún sin saber quién era su cuerpo parecía conocerlo.

Inclinó el rostro a un costado mientras sus ojos se cerraban poco a poco buscando ese acercamiento íntimo que solo un par de amantes podía poseer, algo que seguramente significaba demasiado pero para él en ese momento solo tenía un significado: la vida.

El rojo fue lo primero que vio, en el centro una línea negra que parecía devorarlo le asustó por un segundo pero luego de pestañear un par de veces logró enfocar mejor logrando ver el hermoso color naranja que se fundía con la pupila creando una gema realmente única en esos ojos.

Se dio cuenta que sus extremidades dolían, un peso estaba sobre él y quiso moverse pero no pudo. El olor a quemado le hizo girar la cabeza buscando de dónde venía pero la mano derecha de Bakugō le impidió el movimiento al sujetar su quijada.

ーMirame a mí, solo a mi ー

La voz robusta y firme le hizo abrir ligeramente los ojos. Odiaba las órdenes por completo pero sin saber el motivo esa orden le parecía imposible de contradecir así que solo pudo asentir ligeramente mientras apretaba los labios. La desesperación volvía a él de golpe.

ー... eres un mocoso ー

Ese bufido fue suficiente para entender porqué de pronto su visión se volvía borrosa, entendió porqué su cuerpo era alzado mientras le acurrucaban en su pecho, de pronto fue consciente de lo pequeño que era, a pesar que él estaba sentado y Bakugō de rodillas sobre sus piernas el tamaño de ambos era muy diferente. Bakugō era un adulto, era mucho más alto y robusto que él, quizás tenía la edad de sus hermanos, quizás unos 20, quizás 22, lo que fuera ahora le hacía sentir tranquilo, le hacía sentirse protegido entre su gran pecho y sus fuertes brazos, no necesitó que le aclararan nada, simplemente lloró hasta que todo lo que cargaba dentro salió, sin saber exactamente qué era lo que le afligía simplemente lloró.

[...]

Tener a un mocoso gimoteando mientras llenaba su pecho de mocos no era el mejor panorama para una noche según Bakugō pero al verlo tan asustado llamado a su madre simplemente no pudo dejarlo ir. Después de que perdiera el conocimiento en el baño se lo llevó al hombro para la pensión en la que estaban. Estaba más que harto, el mocoso lo había básicamente obligado a tomar dos baños para casi morir en uno de ellos, lo peor de ello es que tuvo que vestirlo y como había elegido ropa parecida a la que usaba normalmente abotonar los botones fue una mierda, ¡Él ni usaba camisa por lo mismo!

Acendrado 「BakuTodo」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora