ᴛᴡᴇɴᴛʏ-ᴛᴡᴏ

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ー¡Corre! ー

Bakugō siempre había hablado fuerte, tan fuerte que parecía gritar pero no lo hacía, en ese momento no lo sabía, pero ahora ya sí, ahora que logró sentir lo que era un grito de ese hombre a flor de piel.

Su muñeca fue jalada de nuevo antes de que pudiera reaccionar, sus pies siguieron un ritmo no acostumbrado para él, pero ahí estaba, corriendo hacia algún lugar que no sabía dónde era.

Solo podía sentir como su respiración cada vez era más rápida, su propio corazón se escuchaba en sus oídos, su vista se nublaba a ratos pero de pronto podía ver, de pronto podía ver como el terreno cambiaba de la ciudad a un bosque oscuro, ahora sí que le costaba ver, pero no lo necesitaba, no mientras no soltara la mano de Bakugō.

Un silbido estremeció su cuerpo, el sonido fue tan agudo que le llegaron a doler los oídos pero un relinchido conocido le calmó, le hizo sonreír, por supuesto que Bakugō no saldría de ahí sin un plan.

No luchó para nada cuando le tomaron de la cintura para subirlo al caballo, mucho menos reclamó cuando Bakugō se puso en su espalda para guiar al animal, debían salir de ahí, no era tiempo para pensar en orgullo.

El viento se sentía bien en su rostro, jamás había corrido a tanta prisa, jamás había podido sentirse seguro incluso cuando sabía que su vida estaba en peligro, jamás sintió que podía apoyar su espalda contra alguien más y así sentirse cómodo.

ー¿Qué clase de príncipe eres que está feliz de ser perseguido? ー

ーLo mismo puedo preguntar yo ー

Respondió al inclinarse al frente mientras se sujetaba del cabello del caballo, la noche les estaba ayudando, fuera quien fuera que estaba persiguiendolos seguramente se había perdido.

Luego de un par de horas llegaron a una cueva, sentía que ese chico conocía cada uno de los escondites de esas tierras.

Fue bajado sin cuidado pero sin brusquedad, nuevamente se dio cuenta de cuan grande era Bakugō en comparación suya, se sintió minúsculo.

ーDeja de pensar mierdas y esconde al caballo dentro de la cueva, saca tu espada y ataca a cualquiera que no sea yo, vuelvo dentro de poco ー

No alcanzó a responderle cuando Bakugō ya se había alejado entre las ramas del bosque, no logró ni ver dónde se iba así que solo se escondió como le habían dicho, no iba a cuestionar nada cuando recién le salvaron la vida.

El caballo se acostó en el suelo por lo que él se acomodó en su estómago para así obtener calor, no quería abrir el morral, sentía que habían cosas que no debía ver, además si quedaba demasiado cómodo podía quedarse dormido y por las palabras de Bakugō aún estaba en peligro.

Fueron alrededor de dos horas cuando una presencia le alarmó, podía sentirlo entre los árboles observándolo, sentía su sed de sangre, sentía como la piel le quemaba, sentía como debía moverse sin emitir ruido para poder sostener su espada y así estar preparado.

Debía protegerse hasta que volviera Bakugō.

El ser, esperaba que humano, se estaba moviendo, se estaba acercando, ya podía sentirlo contra su cuello.

La respiración se le entrecortaba, la espalda le sudaba, sentía las manos temblar pero aún así su agarre era firme en su espada, sabía que debía estar firme, sabía que debía protegerse, sabía bien que debía sobrevivir.

Fue solo un momento pero logró ponerse de pie, logró alzar la espada para apuntar el pecho ajeno y allí empujó con fuerza, esperó algún sonido, alguna cosa que le dijera que tuvo éxito.

El relinchido del caballo le sorprendió y una luz le deslumbró, pero pronto pudo entender qué sucedía.

ー¿¡Como se te ocurre parar una espada con tu mano, animal!? ー

Le gritó al ver que Bakugō tenía los dedos alrededor de la espada que apuntaba sobre el pecho del ceniza, no podía creer la calma que tenía incluso si sus dedos sangraban.

ーNada mal niño, pero necesitas más fuerza para matar a alguien ー

Retiró su espada para guardarla en la funda, ese hombre le causaba un dolor muy horrible de cabeza, tanto que solo volvió a recostarse sobre el caballo, no pensaba preocuparse por ese tonto.

Mejor dormía, su cautor tenía la responsabilidad de cuidarlo.

Se acunó mejor en el estómago del caballo, tenía frío, se había acostumbrado a dormir junto a Bakugō pero ahora no pensaba pedírselo ni muerto.

Estaba agarrándole el sueño cuando un olor a algo cocido le llegó a la nariz, por instinto abrió los ojos solo para ver un par de pescados empalados sobre una fogata.

Su estómago por supuesto que emitió un sonido, no había comido básicamente nada.

Pero no pensaba pedirle nada.

O eso fue hasta que una de las varas estaba frente a él.

ーCome, mañana partimos ー

Había aprendido por las malas a no preguntar de más así que solo asintió antes de comenzar a comer, el pescado no sabía mal así que agradecía un poco ese alimento de plebeyos.

Pronto ambos habían terminado de comer, pronto el fuego se había apagado, pronto la noche se volvía más fría, pronto quería estar de nuevo en esa posada.

Se volvió a acunar en el caballo, la capa que cubría su cuerpo no era tan gruesa, extrañaba la capa de rey.

Por suerte la noche no fue tan cruel con él.

La mañana aún no había llegado cuando Bakugō ya lo estaba moviendo desde el hombro, iba a preguntar qué sucedía pero su boca fue cubierta, ¿Tan rápido le habían encontrado?

Asintió ligeramente antes de ponerse de pie lentamente, sabía que no debía meter ruido, sabía que debían ir al mismo ritmo, sabía que debían moverse como uno solo pero no esperaba que su mano fuera tomada, no esperaba ser guiado con tanto cuidado, de pronto se sintió que volvía a su infancia, ¿Por qué su tacto se sentía tan familiar?

Volvió a la realidad cuando de nuevo estaba siendo subido al caballo, de nuevo estaban corriendo, de nuevo se sentía seguro en medio de un lugar incierto.

Acendrado 「BakuTodo」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora