ᴛʜɪʀᴛʏ

1.3K 252 33
                                    

Viajar era mucho más complicado de lo que creía, su caballo no era como el de Bakugō, su fiel corcel se asustaba con mucha más fácilmente con los ruidos cosa que le hacía estar tenso todo el tiempo, apenas había comido, apenas había dormido, pero aún así se sentía despierto, porque tenía un objetivo, tenía que encontrarlo.

Debía volver a su lado.

Pero era difícil, jamás había salido del castillo sin compañía, no conocía ni uno de los lugares que usaba para moverse, ¡Ni siquiera sabía qué pueblo era el que acababa de pasar! Lo único que tenía seguro es que su corazón le guiaba hacía ese sentido, algo le llamaba y él estaba decidido a seguirlo.

De pronto un olor nauseabundo llegó a su nariz, por instinto tomó la espada de su cinto para sacarla y poner más atención, su mano izquierda apretó la correa del pobre animal por si debían huir, sabía bien que estaba siendo perseguido, por eso mismo Bakugō le había raptado del castillo.

Un montón de ramas crujieron detrás de él por lo que rápidamente se giró para ver.

Sus ojos se abrieron y la boca se le secó ante el suspiro que se escapó de sus labios.

Estaba impresionado, ¿Qué clase de bestia tuvo como contrincante Bakugō para quedar tan lastimado?

Le veía sangrar el rostro desde lo alto de la ceja, también le veía los hombros heridos, el estómago, incluso sus pantalones estaban rajados y la capa...

Apretó más el mango de su espada para alzarla contra el herido, de inmediato entró en guardia.

ー¿Quién eres y qué hiciste con él? ー

Preguntó con la mayor furia que podía contener su cuerpo, no debía darle información de más a ese sujeto, o a esa cosa, esa misma cosa que empezó a reír de manera desenfrenada apenas fue descubierto.

ーNo eres tan tonto, niño ー

Una voz desfigurada logró captar sus oídos, algo dentro de él se inquietó al sentir calor, fue mucho peor cuando se notó rodeado, debía salir de ahí cuanto antes, debía seguir buscándolo, debía sobrevivir.

Soltó las riendas del caballo solo para bajarse del animal, siendo sinceros era mejor quedarse arriba y huir, pero si herían al animal era posible que incluso si sobreviviera no pudiera moverse.

De pronto recordó la daga que le dio su padre.

Ahora, con una espada en una mano y una daga en la otra se dispuso a defenderse, su intuición le decía que debía capturar a la primera cosa que se le acercó, porque algo debía saber sobre Bakugō.

Pronto esos bultos de carne verde comenzaron a saltar sobre él, pensó en pelear pero su instinto le hizo más bien proteger su rostro con ambas espaldas cruzadas.

Y la daga brilló haciendo que todos esos seres desaparecieran.

De pronto recordó a Layza.

De pronto un ardor nació en su brazo haciendo que soltara sus armas.

Su piel comenzó a brillar como una serpiente hasta que llegó a su rostro, donde del dolor terminó en el suelo retorciéndose.

Su caballo huyó, sus gritos se escucharon por todo el bosque, de su ojo la sangre brotó mientras los dientes de un animal se marcaban alrededor de ellos.

No, eso no estaba pasando, eso era parte de un recuerdo.

Después de un rato logró reponerse, a tientas y con ayuda de un árbol volvió a erigirse para comenzar de nuevo su camino.

Con un pañuelo cubrió su ojo maltratado, no estaba herido pero así se sentía así que prefirió dejarlo escondido, era mejor sentirlo así, se sentía más tranquilo.

Volvió a retomar el paso donde su instinto le guiaba para llegar pronto al borde de un acantilado.

No pudo evitar sonreír al ver el pueblo donde vivía Uraraka, por fin había vuelto a la pista que tanto había necesitado.

Acendrado 「BakuTodo」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora