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Edward cerró los ojos. Un escalofrío comenzó a recorrer todo su cuerpo. Entonces, recordó el momento en que había conocido a Eugenia.

Cada vez que Eugenia lo veía, su rostro se ponía rojo como si ardiera en llamas. Siempre fue así desde la primera noche de bodas, cuando el rubor llegó a su punto máximo.

Sin embargo, después de convertirse en la anfitriona Blackwell y descubrir accidentalmente una verdad que había sido ocultada de ella, el caso dejó de ser así.

Edward lo supo entonces. El hecho de que, aunque una persona ya no posea una sola gota de sangre, el rostro puede palidecer cuando está sumido en una gran ira, cuando odia y detesta a alguien. Eugenia no mostró ninguna gota de sangre suya a su marido incluso cuando murió.

Eugenia. Iré a ti pronto. Perdóname. No.... No puedo ni acercarme a ti. Caeré en el infierno y ni siquiera podré acercarme a ti en el cielo.

No fue hasta que ella falleció, que Edward se dio cuenta tardíamente de sus sentimientos por su esposa. Solo después de que una gota de sangre saliera finalmente del delicado y blanco cuerpo muerto, se dio cuenta que la amaba.

Sin embargo, no había nada que pudiera hacer para dar marcha atrás. Mucho antes de conocer a Eugenia, tuvo que hacer cualquier cosa para escapar del veneno que devoraba poco a poco su cuerpo. Incluso después de la muerte de su esposa, las atrocidades continuaron, pero al final fue devorado por este maldito veneno mortal.

Desde el principio, no tuvo otra opción. Así que tuvo que someterse impotente al castigo de Dios.

Pero Dios, por favor, salva a mi hijo. El pecado original de mi padre.... Cargaré con todos los pecados que tenga que pagar a Angie Rizdel. Estaré gustoso de caer al fuego del infierno. Así que por favor salva a Kyle.

¿No he pagado lo suficiente al perder a Eugenia y a mi otro hijo, Lloyd?

* * *

El humo de la chimenea se extendía por el cielo gris nebuloso. El Departamento de Policía del Distrito 1 de Citadel, la capital de Vintergar, se ubicaba justo enfrente de un gran complejo de fábricas textiles construido por primera vez el año pasado.

La ciudad estaba emocionada por la celebración del primer aniversario de la Revolución Industrial, que se vendría a realizar el próximo mes.

El salón con duras sillas de madera y grandes mesas, estaba abarrotado de cantos y murmullos. La sala, moderadamente ruidosa, se llenó de la agradable energía que rodeaba a una persona. Los oficiales se quitaron sus túnicas, se arremangaron los codos, y aflojaron sus corbatas.

—Feliz cumpleaños a ti. ¡Vamos, apágalo rápido!

Al final de la canción, el hombre más viejo del grupo instó al protagonista del lugar.

Había cuatro velas en un pastel lleno de frutos secos y crema de mantequilla.

Martin sopló el pastel que se encontraba en el centro de la mesa para celebrar su cumpleaños número 24. Los colegas con uniformes negros aplaudieron y vitorearon. Martin era uno de los recién llegados más prometedores y de mayor confianza de la división de seguridad del Departamento de Policía.

—¡Feliz cumpleaños! Por cierto, ¿sigue en pie la boda con tu prometida?

—¡Deben casarse antes de tu próximo cumpleaños! No importa el éxito que tengas, la felicidad de casarse y tener una familia es incomparable.

—Sí, lo intentaré. Muchas gracias por el regalo.

Martin sonrió, rodeado de un ambiente amistoso. Solo después de repartir cada trozo de pastel y brindar con vino de manzana, todos volvieron a su sitio.

Dios bendiga tu destrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora