Mi Vida de Cristal (#4 Saga Cristal FINAL)

Capítulo 28. El excepcional Alec Rutz.

Nicholas y Benjamin pasaron la noche en la habitación de Axel como habían hecho desde niños. Así que por la mañana sólo me fui a asomar. Y tal igual que siempre, los tres seguían dormidos por lo que me tomé mi tiempo desayunando, bañándome y arreglándome.

Nicholas y Benjamin tenían clases mañana en universidades muy lejanas, por lo que sólo desayunaron y se despidieron de Axel para pasar unas horas con su familia antes de ir al aeropuerto. Yo me quedé sola con Axel, quien aún tenía malestares del golpe. Entre ellos los mareos por lo que mejor se dormía. Era el único rato en el que no se sentía mal.

Así que yo me acosté a su lado con mi nueva novela en manos. Me acurruqué contra el dormido cuerpo de Axel y abrí mi libro para empezar a leer.

-Niña. -Escuché a Richard. Elevé los ojos de mi novela de inmediato. Él se asomaba en la entrada. -Deja a Axel descansar. -Me pidió. Yo tenía mi mejilla en el pecho de Axel. Elevé la vista a su cara, él seguía dormido muy tranquilamente. Miré a Richard.

-Está descansado. -Susurré. Me vio con desaprobación y me hizo una señal de que lo siguiera por lo que di un suspiro y fui cerrando mi libro lentamente. Me puse en pie. Y tras una última mirada a Axel salí de su habitación cerrándole la puerta.

-¿Qué pasa? -Pregunté al notar que Richard quería que lo siguiera abajo.

-Ven, quiero mostrarte algo. -Me dijo él de camino a su oficina. Lo seguí de mala gana, apretando mi libro contra el pecho. Al menos sonreí un poco al notar a Samuel ahí sentado. Había estado leyendo un papel que bajó curioso al notarme.

-Axel duerme. -Le conté en voz baja. Asintió más tranquilo y regresó los ojos verdes a su documento.

-Toma, pareces tener tiempo libre, llena eso. -Me pidió Richard entregándome un folder amarillo. Hice una mueca y pasé mi libro bajo mi brazo izquierdo para tomar el folder con la mano derecha. Lo abrí notando unas hojas impresas. Una solicitud para la universidad de Yale.

-Es una locura...-Murmuré cerrando el folder.

-¿Qué? ¿Qué la niña con mejores calificaciones de la casa intente aplicar a la mejor universidad del país?

-No soy un genio, Richard.

-Y no necesitas serlo para entrar ahí. -Me dijo él. Lo miré confundida. -Buenas calificaciones las tienen muchos alumnos Emi, pero tú tienes encanto, tranquilidad, un gran sentido de responsabilidad y organización, sabes hablar con tus superiores, sabes comportarte como las autoridades desean, y estás en la preparatoria numero dos más prestigiada del país.

-¿dos? -Pregunté consiente de que el año pasado eran la numero cuatro, pero Richard y Samuel asintieron.

-Esas son buenas noticias. -Murmuré. Asintieron sin dudar, orgullosos del nuevo hallazgo.

-Te vas a graduar de la segunda mejor preparatoria del país con el mejor promedio de tu generación, Emi. Estarán interesados. -Aseguró Richard, pero escuchamos un burlón bufido. Ambos miramos el escritorio de alado. Samuel dejó caer su papel sobre el teclado de su computadora. Miró a Richard.

-Te olvidas de Alec. -Le dijo haciéndome bajar las cejas ofendida.

-Tú y ese niño...-Murmuró Richard de mala gana cerrando su cajón. Samuel sonrió casi riendo, como si hubiera estado molestando a Richard a propósito.

-Sabes que es verdad. -Dijo él.

-¿Qué? ¿piensas que Alec es más listo que yo? -Pregunté ofendida. Samuel se encogió de hombros con esa sonrisa que últimamente parecía más juvenil y alegre de lo que jamás había sido.