Mi Vida de Cristal (#4 Saga Cristal FINAL)

Capítulo 54. Esa noche.

Axel's P.O.V.

Todo se arregló en cuando Emi llegó, pues Rose se fue, y Emi no hizo ni un comentario o pregunta sobre ella. Hablamos de lo que la doctora me había dicho, de los dulces que ella me había mandado, nos pusimos de acuerdo sobre lo que pediríamos para la cena, y comimos hablando de su día en la escuela. Los dos ignorando la pelea de ayer, la aparición de Darcy, mi confesión a los adultos. Richard y Belle no habían venido a verme ¿estaban molestos?

Al menos Hakon nos había traído la cena y se quedó con nosotros hasta las diez. Entonces él y Emi se fueron. Papá se quedó y yo me quedé dormido pronto.

¿Quién lloraba? Una mujer, un llanto bajo pero cada vez más histérico ¿Emi?

-¿Emi? -La llamé fuerte, notando alfombra bajo mis pies, alfombra color azul. Mi habitación cuando era niño. Ya podía ver el librero con los trofeos de beisbol, los comics, las figuras de acción. La ventana con cortinas largas, debajo de mi cama lloraba una niña pequeña.

-Ven...ven...-Pedí agachándome para ir sacando a tan pequeña Emi que usaba su pijama de vestido rosa, la de princesas de Disney que usó todo el primer verano que vivió en la mansión del abuelo.

-¿Por qué lloras? -Le preguntaba. Ella se limpió la mejilla, y de pronto ya no era una niña. Emi, Emi mi linda de siempre, en su nuevo vestido blanco con flores rosas. Lloraba desconsolada.

-Tú rompes mi corazón, mi corazón de cristal..., mi pobre corazón...

-Emi...

-¡Mira! -Exclamó ella mostrándome sus manos que había tenido en el pecho, pero ahora sus palmas estaban manchadas de sangre. -Mi pobre corazón...-Lloró ella haciéndome notar que la sangre venía de su pecho, tenía cristales enterrados donde debía estar su corazón.

-Emi...-Murmuré una vez más dejándome caer de rodillas frente a ella intentándole sacar los vidrios del pecho.

-Me caí de la escalera. -La oí diciendo ¿por eso se había enterrado el vidrio? -Estoy rota, me caí de la escalera. -La oí diciendo, pero entonces noté que los vidrios que le quitaba le salían a ella misma del pecho, no se los había enterrado, se le habían escapado del pecho.

-Es...es tú corazón...-Murmuré nerviosamente.

-Se rompió desde adentro. Rompiste mi corazón.

-¡Axel!-Escuché el fuerte y preocupado grito de Rose. Abrí los ojos de golpe, ella estaba sentada en la cama con ambas manos en mis hombros.

-Luz...¡Enciende la luz!-Pedí aterrado. Ella se levantó de inmediato y prendió todas las luces. Corrió a mí ofreciéndome un vaso de agua que me apuré a beber notando que tenía hielos que de inmediato empecé a masticar sintiendo un leve dolor en los dientes mientras que mi lengua y mejillas se congelaban de una forma ensordecedora. Era perfecto para distraerme, quería olvidar ese sueño.

-Basta...-Pidió una dulce voz en un susurro. Abrí los ojos, Rose me ofrecía una taza de té caliente, al parecer era su té. Negué alejándome de ella.

-Escupe ese hielo en el vaso y toma esto ahora, te haces más daño. -Pidió mandona, pero preocupada. No le dije nada, ni siquiera la miré, sólo continué con el hielo, el dolor e incomodidad que me causaba me estaba manteniendo distraído.

–Sólo fue un sueño, las pesadillas no existen, están en tu cabeza y nada más, de ahí no salen. -La oí decir mientras se terminó de derretir el hielo en mi boca.

-La mía es diferente. -Dije seguro, pues había soñado con la realidad.

-No hijo, todo estará bien. -La escuché segura. Quedé pasmado al oírla. Respiré profundo varias veces, hasta que me atreví a mirarla. Se veía diferente. No tan joven como la había recordado siempre. Eso era normal, pero había algo más en ella, algo apagado. Distinto, pero me asintió con una sonrisa que la hacía ver como antes. Dejó su té y puso su tibia mano sobre mi congelada mejilla para darle una leve caricia con su pulgar.