Capítulo 21

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El fuego ardiente

— Acaso...

— Ella no aseguró la cadena — musitó temblorosa la pelirrubia.

Era su oportuna de escapar.

La castaña se levantó un poco mareada tanto por el dolor de las secuelas de todos los golpes que ha sufrido en su cuerpo en lo largo del camino. Pero, aún con su cuerpo doliendo como los mil demonios, pudo mantenerse de pie, arrastrando a la vez el grillete grueso con la bola adornando en su tobillo.

— ¿A dónde vas?

— Trataré de ver algo que nos pueda ayudar a salir — miró por todos los lados, encontrando una caja y a lado suyo algunos artefactos como hachas, cuchillos de carniceros y explosivos.

Al verificar la puerta que al parecer estaba cerrada, volvió su mirada hasta la pelirrubia

— Vamos hacer esto juntas ¿de acuerdo?

Asintió — Pero, ¿qué vamos hacer?

— Si ves la mesa de allá — le indicó y ella asintió — Hay muchas cosas que nos pueden servir para salir de este lugar. Talves sea suerte o no que la cadena se haya zafado, pero debemos actuar rápidamente antes de que ella vuelva.

— Está bien.

La castaña tomó una bocanada de aire y empezó a caminar hasta la mesa donde había la caja y los artefactos. Lo pesado que sentía al caminar y tener ese grillete en su tobillo, constando más esa bola que adornada con una pequeña cadena el grillete, le daba un poco de dificultad al momento de avanzar. Sabía que el tiempo estaba en su contra y que las posibilidades de salir de ese lugar, eran casi escasas, pero aún así, no quería perder las esperanzas de salir con vida las dos.

— Esto es difícil — musitó al sentir lo pesado que era aquella bola en el grillete.

La pelirrubia se sentía inútil. Quería ayudar a la castaña como sea, para así poder salir juntas de ese maldito lugar, pero estando en esas condiciones, donde unas grandes cadenas adornaban todo su cuerpo y un grillete que al igual que la castaña adornaba su tobillo, causaba que no podía moverse ni siquiera un paso.

Quiero ayudar.

Camila empezó a moverse en su lugar, tratando de que las cadenas pudiera zafarse o algo parecido para que éstas no le siga apretando mucho a su cuerpo. Sin éxito, suspiró cansada y frustrada subió su mirada hacia la castaña, viendo como caminaba lentamente hasta el lugar que le había indicado.

— July — susurró.

— D-dime — soltó con dificultad.

— Esto apreta mucho — dijo mientras indicaba las cadenas.

— Aguanta un p-poco... Solo necesito encontrar algo para sacar estas cadenas.

— Uhm, es difícil.

La castaña llegó hasta la mesa, descansando sus manos en la mesa mientras respiraba irregularmente ante la fuerza que había ejercido para llegar hasta ahí.

Tú puedes July.

Se animó así misma tratando de pensar su siguiente acción, o más bien, qué haría en el momento de zafarse de esas cadenas que les ataba.

El terror detrás de las paredesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora