Capítulo 2

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— Es milagro o algo así — habló una de las chicas del club de Artes — Es la primera vez que te veo por estos rumbos, July.

— Ni me lo menciones, Laura... Estoy así de irme de aquí.

— ¿Por qué no sales a bailar? La música está muy buena...

— No me agrada ¿sabes? Desde que llegué aquí, lo único que siento es incomodidad en mi pecho, así como un mal presentimiento.

— Son tonterías, July — dijo mientras bebía la última gota de mezcla de algunos licores — Todos estamos disfrutando de la fiesta y eso que aún no llega la mejor parte...

— Uy no, nisiquiera me quiero imaginar.

— Vamos a bailar, Laura... — dijo una de las amiga de Laura.

— Vamos — le invitó Laura a July.

— No Laura, ve tú nomás.

Ella se encogió de hombros y se dirigió con su amiga hasta la pista de baile, mientras tanto, la castaña seguía tomando su jugo de naranja y veía como todos se estaban divirtiendo.

Realmente no era su ambiente.

A medida que pasaba los minutos y segundos, sintió otra vez esa sensación de ser observada y ese mal presentimiento volvió. Giró su mirada por todos los lados, tratando de lograr encontrar aquella persona que tenía su penetrante mirada en ella.

Su mirada se posó en uno de los chicos que se encontraban sentados en uno de los sofá de la parte del otro lado de la pista. Su mirada parecía estar en ella mirándola directamente a los ojos sin la necesidad de pestañear, acto seguido tomó un poco de su copa sin apartar su mirada en ella.

Se incómodo al ver como él la miraba, así que apartó su mirada y volvió a donde se encontraba su amiga Sofi. Ella seguía en su mundo, bailando con las demás chicas y tomando una que otra copa cuando le servían.

Ella negó varias veces con su cabeza, es cuento de qué 'no voy a beber' se fue al caño hace como dos horas atrás cuando una chica de Artes se acercó a ella y le ofreció un poco de licor. Sabía que desde ese momento, todo se iba a descontrolar.

Suspiró cansada.

— Hola...

Una voz femenina se acercó a ella y se sentó a lado de la castaña. Vestía casi igual como la castaña, a diferencia que ella llevaba tacones.

— Oh, hola...

— ¿No estás acostumbrada a esto, verdad? — le preguntó — Un cóctel, por favor — pidió al barman

— No la verdad, es la primera vez que vengo a una fiesta...

— Ya lo veo — bajó su mirada hacia su bebida — Tu jugo de naranja te delata... Pero se que te vas acostumbrar a medida que sigas viniendo.

— No creo que vuelva jamás — suspiró y tomó la última gota de jugo que había en el vaso.

— Tienes que disfrutar tu juventud. Yo también decía lo mismo hace un año, pero mírame, aquí estoy de nuevo...

— ¿Dime qué es lo divertido de estas fiestas?

— Es la hora loca — se rió — A partir de las 12 de la noche, las fiesta se vuelven una locura, el DJ recién se pone las baterías para dar buena música a esa hora, y... — miró su reloj — Ya falta diez minutos.

— ¿Solo eso?

— Bueno, siempre tienes que ir a una fiesta privada, donde una persona de la universidad lo organiza. En los lugares públicos son un poco altaneros y no se sabe que pueda pasar después — se encogió de hombros — Ya sabes, cualquier persona van y vienen, y no sabe que tipo de personas son. En cambio en una fiesta privada de solo jóvenes no es tan peligroso, pero siempre tiene sus desventajas que son pocas. Si me invitan a una fiesta, que sea en una casa...

El terror detrás de las paredesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora