Capítulo 28

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Snow, la pesadilla de la nieve

— L-Leo...

La voz débil de la castaña lo sacó de su trance de shock que había quedado al ver a la persona que estaba ocasionando todo ese disturbio.

¿Me has extrañado?

Ella es Snow, la mujer de las Nieves. La única capaz de hacer granizos a este lugar, donde nosotros moriremos por una hipotermia.

— Interesante.

— Claro que lo es LK6. Esta mujer será el complemento perfecto para que nadie pueda pasar el piso 15.... Bueno si es que alguien es bueno combatiendo y resistente al frío, pueda que sea capaz de avanzar al siguiente nivel, solo o con su grupo.

— ¿Es el piso un poco difícil?

— Si. Esta solo es una parte de lo difícil del juego, porque de aquí para delante, solo será por suerte si sobreviven.

— ¿Ellos pueden morir?

— Ellos pueden volver nuevamente al juego si el jugador o los jugadores no le hayan dado en su punto débil. Si da el acaso de que si, ellos morirán y nosotros tendremos el trabajo de regenerar nuevamente.

— Uhm, entiendo.

— No te preocupes LK6, nosotros solo vamos a ver el espectáculo desde nuestras pantallas.

No muy convencido, asintió. Vio como G5 salía de la habitación, dejándolo solo.

— Espero que mi plan salga tal y como lo esperé tanto tiempo. No quiero seguir con esta falsedad... Necesito encontrarte y traer nuevamente mis recuerdos. — se sacó la máscara — Espero que mi creación no me recuerde... Sería un gran problema.

Pero no se había dado cuenta de que  Snow había estado escuchando todo.

— ¿Q-qué?

¿Me recuerda?

Veo que finges como siempre Lk6... — susurró lo último.

— No se de qué hablas...

Oh, vamos a ver si con esto me recuerdas.

Mostró su arma, aquella que el mismo pelirrojo tuvo que crear para el juego. Todo de ella fue creación del mismo pelirrojo, solo por la razón de volver a regenerar una nueva Snow, ya que la anterior jugadora había dado justo en su punto débil, ocasionando que todo su cuerpo se viera afectado físicamente.

Carajos.

Leo se levantó lentamente mientras tenía sus ojos puestos en la mujer que estaba al frente suyo, mirándolo con burla.

Dime, ¿me recuerdas?

Apretó sus manos por el enojo y la desesperación. No quería que siguiera hablando de más ni mucho menos de quién en realidad era dentro de la organización.

El terror detrás de las paredesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora