Capítulo 35

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— Piso 20.

— Parece que falta 5 plantas más.

July suspiró al saber que ya solo falta cinco pisos, las cuales eran ya las últimas y por fin podría irse de ese maldito infierno. Siguieron el camino con sus pies doliendo como el infierno por estar descalzos en esa suciedad y con muchas heridas en ellos.

Ella hacia muecas de dolor al seguir caminando de esa forma. Las heridas aún no estaban sanadas y eso lograba causar más dolor en todo su cuerpo, tanto que no pasó de desapercibido por Leo, que en cada momento la miraba de reojo.

— ¿Quieres ir en mi espalda? — preguntó el pelirrojo — Se nota que te duele mucho.

— Estoy bien, no te preocupes. Tú también estás cansado y no quiero que te sigas cansando más con mi peso.

— No pesas mucho. Ven — el pelirrojo se agachó un poco para que ella pudiera subir.

— Pero-

— July sube, estás más herida que los dos — intervino el castaño — Aún recuerdo que fuiste golpeada y con heridas de cigarrillos en todo tu cuerpo, solo hazle caso.

Ella solo suspiró y asintió porque él estaba en lo cierto, estaba demasiada lastimada como para soportar caminar en ese estado. Se subió en la espalda del pelirrojo y reposó su barbilla en el hombro mientras que sus brazos tocaron su pecho.

— Gracias — susurró.

— Siempre te cuidaré July — siguieron caminando — No soportaría que tú mueras en este infierno.

— Nos vamos a salvar los tres, no podemos morir cuando ya estamos llegando al final.

— Los últimos juegos es un caos July, son demasiado fuertes.

— Pero tú nos guiaras y podremos vencerlos, confío mucho en ti.

Leo se sentía mal por esas palabras. ¿Confiar? Ella no sabía nada de lo que había estado haciendo todo ese tiempo, y que eso era prácticamente ayudar a la tecnología de esa organización e implantar a los asesinos de allí dentro.

Nisiquiera quería pensarlo cuando ella se entere

— ¿Confías tanto en mi?

— Por supuesto que sí, ¿por qué no lo haría? — preguntó — Quiero recordarte y así me sentiría tan feliz, aunque quisiera saber la razón por la cual me abandonaste.

Nunca te abandoné. En eso estoy seguro.

— Solo no me odies.

Ella frunció su ceño confundida.

— ¿Por qué te odiaría?

— Solo no lo hagas, por favor.

July se quedó más confundida, pero sabía que nunca sentiría odio por él cuando había sido una gran persona en todo ese trayecto, aunque no lo recordara, tenía ese presentimiento que era así.

En los minutos que siguieran su andar, un pequeño crujido se escuchó en todo el pasillo, ocasionando que los tres detuvieran su andar estrepitosamente y se pusieran en alerta enseguida.

— ¿Qué fue eso? — preguntó susurrando el castaño.

Leo solo le hizo una seña de que hiciera silencio. Otro crujido se escuchó un poco más cerca, dejándoles un poco helados y mirándose entre sí. El pelirrojo cerró sus ojos para recordar que era lo siguiente que se vendría.

Vamos Leo, recuérdalo.

Su instinto estaba bien activado a lo que se avecinaba, la castaña temblaba en su espalda y balbuceaba algunas cosas sin sentido. El castaño estaba quieto en su lugar y preparado ante lo que podría aparecer en segundos.

El terror detrás de las paredesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora