Capítulo 32

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— Que-

Al escuchar el disparo de la ballesta, el pelirrojo alzó su mirada hacia al frente encontrándose con algo que no quería ver, más bien a alguien que pensaba que ya estuviera en el otro piso.

— July — susurró.

— Maldita — siseó el hombre.

El hombre empujó a la castaña a un lado para sacarla de encima suyo e iba hacia ella con la intención de golpearla hasta que el pelirrojo fue más hábil levantándose rápidamente y empujó al sujeto provocando que se fuera contra la camilla.

— ¿¡Por qué no me hiciste caso!?

Gritó enojado el pelirrojo.

— ¡Porque no podía, entiendes! ¡No podía dejarte solo por esa cosa encima!

— ¡Mierda! ¿Por qué eres tan terca?

— No pude — susurró débilmente — No podía irme sin ti.

La castaña corría por el pasillo pensando en lo que acabó de hacer. ¡Lo había besado! ¿Estaba loca? Parecía que si, pero es que sus impulsos le había llevado hacer dicha acción sin pensarlo.

Se detuvo abruptamente.

— No puedo irme sola...

Se dijo así misma, recordando todas las palabras que había dicho desde un principio.

"Luchar juntos hasta el final".

"Si llegamos todos juntos, juntos nos iremos".

Además, había algo que lo conectaba con el pelirrojo. Talves al principio no le tomó importancia porque era tan ilógico sentir algo dentro suyo en el momento que el pelirrojo estuvo cerca de ella desde que comenzó ese juego, pero ahora, con algunos recuerdos borrosos pasando por su mente y que la conexión se hacía más fuerte cuando trataba de recordar, concluyó que algo más había con Leo y que debía descubrirlo.

Desvío su mirada hacia el pasillo donde había estado viniendo hace algunos segundos.

— No puedo irme y dejarlo a la merced de ese sujeto.

Y volvió por el camino que había estado yendo. Mientras corría de vuelta, se dio cuenta que el sujeto no le había perseguido a ella sino al pelirrojo. Yendo por el camino que había ido el pelirrojo, se dio cuenta del sujeto provocando que parara por algunos segundos.

— Si lo siguió — susurró muy bajito.

Caminando despacio y tratando de que su presencia no se hiciera notar, el sujeto había comenzado a correr ocasionando que ella lo perdiera de vista. Maldiciendo en lo bajo, empezó a correr con mucha cautela por el piso ya que había algunos objetos y escombros por doquier.

Llegando por algunos pasillos y ya tirando la toalla de la frustración y con las ganas de llorar al no encontrar nada que lo que llevase al pelirrojo y al sujeto, escuchó un estruendo.

El estruendo venía del pasillo derecho de al fondo. El ruido de la puerta queriendo ser abierta fue la ayuda para que la castaña pudiera encontrarlo. Vio claramente cuando el sujeto entró a la habitación, por lo que corrió rápidamente hacia ello.

Ya en la habitación vio al sujeto sujetando su arma y con la gran intención de disparar la flecha, por lo que la castaña no lo pensó dos veces y empujó al sujeto a un lado, cayendo igual al suelo.

— No pude me entiendes — limpiando sus lágrimas con la manga.

El pelirrojo atrajo a la castaña a sus brazos y suspiró.

El terror detrás de las paredesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora