Capítulo 39

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Morir

Leo...

Julián estaba sorprendido al ver al pelirrojo aparecer en la escena con una daga en sus manos y luego lanzar hacia el sujeto que estaba golpeando a la castaña.

Ese tipo ¿sobrevivió? No puedo creerlo — dijo un miembro de la organización.

¿Como es eso posible? — una mujer habló y luego miró a su Jefe — La explosión fue muy fuerte Jefe, la explosión debió haberlo matado.

— Pero no fue así. Ese chico es demasiado fuerte para soportar duras batallas, aparte de eso es inteligente, aún nos quedará la duda de cómo pudo salvarse de esa explosión.

— Jefe, ya falta 3% para que tengamos en nuestras manos la base de datos y no hubo ninguna interferencias de que el Gobierno este detrás de nosotros. También, las grabaciones de las cámaras estarán en unas horas.

— Gracias por el informe GC900.

— George — le susurró su hermano — July no está bien, su pulso es cada vez débil.

El hombre miró la pantalla que le estaba mostrando su hermano, maldiciendo por lo bajo al ver el pulso de su hija demasiado débil. Salió de allí, seguido de su hermano y lo primero que hizo fue llevar su puño a la pared.

Mierda, eso es mi culpa — siguió golpeando.

Hermano ¡detente! — trató de detenerlo poniendo sus manos en los hombros, pero el esquive del hombre lo dejó aturdido.

¡No me toques! Joder, te dije una cosa que debías hacer Edrian, ¿por qué no lo hiciste?

— ¡Lo hice! ¡Pero sabía bien las consecuencias de tratar de manipular al siguiente sujeto! Parece que se salió de control.

— Solo vete ¿de acuerdo? Quiero estar solo. Que se termine el juego y traes a mi hija para que le den atención médica... Y no me vas a decir que va en contra de las normas, pero quiero saber qué está bien.

Asintió.

***

— Leo... — susurró el castaño con felicidad de ver a su amigo vivo. El pelirrojo miró al castaño y le sonrió.

Flashback

Leo seguía combatiendo con el tipo, teniendo que entrar a varias habitaciones para encontrar algo más que pudiera ayudar a derribarlo. El tipo solo lo perseguía caminando lentamente, pero con burla a lo que Leo quería hacer, sabiendo que era difícil derribarlo nuevamente.

En una ocasión, el sujeto encontró tres granadas grandes, por lo que algo macabro pasó por su cabeza. Sabía perfectamente si es que esas dos granadas explotaban, Leo no iba sobrevivir, y talves el edificio se derrumbe en cuestión de minutos por la fuerte explosión que pudiera provocar dichos artefactos.

— Es mejor que te rindas. En mis manos tengo tres granadas grandes, que en cuestión de segundos va a explotar en este piso y luego el edificio caerá en pedazos en unos minutos o talves en una hora.

Leo estaba muy cerca del sujeto, escondiéndose en uno de los pilares y escuchando claramente lo que decía. Maldiciendo, vio por todos los lados y luego hacia arriba, dándose cuenta que las cámaras seguían prendidas. Había tratado a toda costa que el sujeto no revelará su identidad, porque sería peligroso para él y la misión que tenía bajo la organización.

El terror detrás de las paredesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora