- Cuando me presentaras a tus padres? – Pregunto Cedric, tu novio.
- No lo sé... - Le dices inseguro.
- Vamos Jake, algún día tendrás que hacerlo. – Dice el sentándose en frente tuyo.
- Lo se amor, pero... me da miedo que te traten mal. – Le dices corriendo la mirada. – Ya tengo bastante de cómo me tratan en casa y aquí. – Terminas.
- Te avergüenzas de mí? – Pregunta el chico en frente de ti.
- Obvio que no estúpido. – Le contestas rápidamente. – Solamente no quiero que te miren de la misma forma en la que me miran a mi... no te lo mereces. – Le dices apoyando tu cabeza en su pecho.
- Esta bien... Si te acomoda así lo entiendo. – Dice el asiéndote cariños en el pelo.
- Muchas gracias por comprender. – Dices alzando la cabeza para verlo a los ojos. – Y en verdad no me avergüenzo de ti, estoy orgulloso de mi seleccionado para el torneo de los 3 magos. – Dices dándole un pequeño beso en sus labios.
- Te amo también. – Sonríe.
Se quedaron unos momentos abrazados hasta que llego la hora para volver a casa.
- Bueno... te veo devuelta de las vacaciones. – Dices
- Te extrañare enserio. – Dice el abrazándote fuerte por el cuello.
- Yo también... demasiado. – Respondes el abrazo aferrándote a su espalda.
- Adiós. – Cedric te toma del rostro y te besa.
- Adiós. – Te despides.
Luego de largas horas de viaje en tren llegan a la estación donde guardas una pequeña esperanza de que tus padres te esperen en la estación, pero como ya es habitual no estaban.
Te apareciste en la puerta de tu casa, armaste todo tu valor para girar la perilla y entrar.
- Ya llego el maricón mama! – Dice tu hermano apenas te ve.
- Hola para ti también. – Dices de mala gana.
- Ah eres tú. – Llega tu madre al salón. – Pensé que te quedarías en ese castillo.
- Hola madre. – Saludas. – Y no, aun vivo aquí. – Respondes.
- Lamentablemente. – Dice con asco y se va.
Tu solamente agarras tus cosas y te vas a tu habitación que sigue exactamente igual como la dejaste.
Pasan las horas y escuchas como tu padre entra por la puerta principal.