Mellea.
La sangre entre mis manos gotea incesantemente hasta el suelo, como si nunca fuese a detenerse, fluyendo sin tregua, un torrente imparable. Mis manos temblorosas reflejan la magnitud de lo que acabo de presenciar.
A lo lejos, diviso dos figuras inertes tendidas en el suelo, sus contornos borrosos desdibujados por la distancia. Una inquietante corazonada me embarga, impulsándome a correr hacia ellos con desesperación. Sin embargo, mis pasos parecen hundirse en la tierra misma, como si un invisible poder me arrastrara hacia las profundidades. Lucho con frenesí, pero una risa siniestra resuena a lo lejos, perturbando mi concentración. Al girar, distingo una imponente silueta que apunta un arma en mi dirección, congelando mi corazón en un instante. Ante el inminente disparo, cierro los ojos en un acto de resignación, solo para ser arrojada a la cruda realidad de que todo esto es un sueño.
Mis párpados pesan como losas al intentar abrirlos, una batalla interna entre la consciencia y la ensoñación. Uno, dos pestañeos, y finalmente logro vencer la oscuridad, aunque la escasa luz que me rodea apenas penetra en mi visión, acariciando mis ojos con su suave tacto.
El murmullo de la ciudad se cuela por las rendijas, los sonidos de los autos y las voces de la gente se entremezclan en una sinfonía caótica. Intento mover la cabeza ligeramente, solo para ser recibida por una oleada de dolor punzante que me aturde. Desorientada y con la boca reseca, me sumerjo en la confusión de mi mente, luchando por reconectar con la realidad que me rodea.
Siento como si pesadas cargas fueran depositadas sobre mi cuerpo, pero aun así logro iniciar el movimiento, luchando contra la sensación de entumecimiento que me embarga. La luz, aún difusa, me obliga a escanear el entorno con mis ojos.
Las paredes están revestidas con un tapiz oscuro, mientras lámparas de cristal cuelgan del techo, iluminando con elegancia el espacio. Todo a mi alrededor denota modernidad y orden.
Si no me equivoco, me encuentro en un hotel.
Al intentar alcanzar mi muslo con la mano, noto la ausencia de mi pistola. Mi búsqueda febril por el arma resulta infructuosa. "Mierda", murmuro entre dientes, frustrada por la pérdida.
Enderezando mi postura, mi mirada se topa con una sombra que se yergue frente a mí. Al reconocerla, una ola de rabia burbujea en mi interior, incontenible.
Sabía que este encuentro era inevitable, pero ello no atenúa la furia que hierve en mi interior.
Nuestros ojos se encuentran involuntariamente.
Mi cuerpo comienza a resentir los estragos de la abstinencia, mientras una sensación de ardor me consume, expandiéndose por cada fibra de mi ser, alcanzando incluso mis partes más íntimas.
A pesar de mantener sus exquisitas facciones, noto el cambio en su aspecto: la barba descuidada, el cabello más largo y desaliñado. Una madurez palpable impregna su semblante, sus ojos siguen siendo tan cautivadores y penetrantes en su iris verde... Trago saliva con dificultad, sintiendo cómo mis manos comienzan a entumecerse. "Maldita sea, justo ahora", murmuro para mí misma. La contemplación de su cuerpo es una tortura, sobre todo porque conozco la sensación de tener ese cuerpo escultural sobre y debajo del mío. Hacía mucho que no me sentía tan viva, tan desbordada por la pasión.
A pesar de todo, sigue siendo el hombre al que amo, por el que lo habría sacrificado todo. Sin embargo, las circunstancias actuales son diferentes, y eso es algo que no puedo cambiar.
Necesito mantener el enfoque, recordar mis motivos, por lo que le clavo una mirada cargada de desprecio.
—Levántate —me ordena con firmeza.
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Traición Letal
RandomEl linaje es algo inevitable de corromper porque tiene que seguir, pero todo cambia cuando se involucra la traición y eso es algo que tiene que pagarse, ya que nunca quedará impune, mucho menos en esta historia. Mellea ya ha perdido bastante, desde...