Capítulo 20 - Dolores en el corazón.

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Mellea.

Al salir del departamento de Biagio, me doy cuenta de que estoy descalza. ¿En qué demonios estaba pensando?

Aunque no tengo intenciones de regresar, decido marcharme así, descalza. En ese instante, Levin aparece como un verdadero héroe con mis tacones en la mano, se acerca y me los entrega.

—Gracias Levin.

—De nada, señorita —me responde con una media sonrisa, mientras me giro hacia mis guardias que me aguardan en el elevador—, emm, señorita Mellea.

Vuelvo mi mirada hacia Levin. —¿Sí?

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—La que quieras.

Levin titubea. —Está prohibido, pero no puedo resistir la curiosidad de saber cómo está Eyra.

Sonrío para mis adentros. —Ella se encuentra bien, dentro de lo que cabe.

Asiente. —¿Podrías saludarla de mi parte? —sin darse cuenta, sus mejillas se ruborizan ligeramente, lo cual encuentro adorable.

—Por supuesto.

—Te lo agradezco. Por cierto, la camioneta ya está en la entrada, disculpa por todo —se disculpa justo antes de que Milo salga apresuradamente por su retraso y luego se precipita hacia su departamento.

Me calzo los tacones y me encamino hacia el ascensor con Oliver y Bonnie, quienes permanecen en silencio absoluto.

No me siento avergonzada. Más bien, siento que de alguna manera decepcioné a ellos y, en cierto modo, a mí misma.

Como mencionó Levin, la camioneta ya nos espera afuera y la misma chica de ayer está en su puesto de recepción, aunque me lanza una mirada fulminante al salir.

Otra más alucinada por él.

«¿Biagio se le habrá lanzado? Espero que no.» «¿Qué estás insinuando, Mellea? No, celos otra vez, no.»

Subimos a la camioneta.

Cierro la puerta de un portazo y respiro profundamente.

—¿Quieres hablar? —me pregunta Bonnie.

Me observa a través del retrovisor, pero opto por el silencio.

—No has hecho nada mal, Lea —comenta con comprensión—, fue un momento de debilidad.

Admiro a Bonnie por su comprensión a pesar de no estar de acuerdo. No obstante, no puedo engañarme, sé lo que hice y no tengo excusa alguna.

—Un momento de debilidad sería besarlo, Bonn —expreso con sinceridad— no acostarme con él toda una noche entera, mientras mi prometido esperaba por mí en mi territorio.

Oliver no discute mi argumento, y ella tampoco. Saben que tengo razón, y lo sé, realmente crucé la línea.

Vuelvo a enfocarme en el camino, aunque no tengo ni idea de dónde estamos.

Lo que sí sé es que nos desplazamos tranquilamente por territorio enemigo como si nada pasara.

Ajusto mi brazalete, esperando que nadie lo note.

En ese momento, recibo un mensaje de Biagio.

Tienen vía libre para irse cuando quieran. Te doy 3 días para esa charla pendiente, ni un día más - Recibido 10:08

Me froto las sienes. ¿Cómo diablos voy a hacer esto? Estar 3 días aquí, cuando se supone que debería estar en España en mi "luna de miel". O bueno, ese era el plan antes de que todo se fuera al traste por completo.

Traición LetalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora