Capitulo 15 - Compromiso lleno de sorpresas.

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Mellea.

La luz de la mañana me golpea los ojos cuando salgo con las maletas listas para partir.

No pude conciliar el sueño en toda la noche.

Hace unas pocas horas, esperé a que todos regresaran del club, que en realidad no fue tanto tiempo como pensé. Para mi alivio, pude encontrarme con Cath y explicarle que tendría que marcharme al primer rayo de sol. Al principio no comprendía, hasta que mentí diciéndole que mi familia requería mi presencia, lo cual la tranquilizó.

También aproveché para enviarle la ubicación a Oliver para que nos recogieran en su jet en una de sus pistas. De esta manera, todos estaban informados, al igual que las chicas, que fueron las terceras en enterarse.

Así que ya me encontraba esperando a las chicas mientras salían con su pesado equipaje.

Busqué entre todas a la castaña que necesitaba y finalmente la vi saliendo con su tableta en mano, así que me acerqué a su lado.

—Eyra —la llamé, haciendo que me mirara— ¿podrías hacerme un favor?

—Sí, claro jefa.

Saqué el collar de mi bolso y se lo entregué en la mano. —¿Podrías entregárselo a Levin?

La vi confundida.

—Él sabrá qué hacer.

—Pero yo no...— se puso colorada y luego asintió como si entendiera que ya lo sabía— Sí, se lo entregaré.

—Muchas gracias —miré mi reloj— partiremos en las camionetas en 15 minutos.

—De acuerdo. ¿Pueden encargarse de mi equipaje?

—Claro.

No hizo falta decir más, ya que Cath apareció con sus soldaty para encargarse de nuestras maletas.

El castillo parecía envuelto en una atmósfera nostálgica, como si estuviera entristecido por nuestra partida.

Me acerqué con cautela a Cath y las demás chicas hacia la entrada. Como aún era temprano, no había mucha gente pululando por ahí, lo cual me convenía. No quería encontrarme con Biagio, no después de la noche anterior. Estaba mentalmente exhausta de todo.

En la entrada, las camionetas nos esperaban tal como había mencionado, y justo a tiempo apareció Eyra, agitada, llegando justo a tiempo para subir con nosotras.

—Todo listo, jefa —me confirmó.

—Gracias —fue todo lo que logré decir antes de ver cómo cerraban las puertas.

Miré por la ventana, observando por última vez el castillo de los Polyakov. No creía que pudiera regresar a ese lugar, así que decidí atesorar los recuerdos de mi estancia aquí, al igual que los recuerdos con Biagio, ya que todo lo que ocurrió fue nuestra despedida.

Toda la noche me repetí a mí misma que no iba a permitir que me utilizara como la última vez. A pesar de que él seguía queriendo que estuviera a su disposición y bajo su merced, como si todo lo que me hizo no importara.

Mi amor por él era profundo, y eso era lo que más me enfurecía: que él lo sabía y quería aprovecharse de ello.

No era justo, ni dejar que mis sentimientos superaran mi razón.

Además, Besnik era mi prometido, mi futuro esposo, y aunque no sintiera nada por él, debía mostrarle un poco de respeto, ya que él me había dado el suyo.

Del mismo modo, el idiota de Biagio le debía a Daryna Kovalenko.

Estaban casados, y aunque sabía que no le sería fiel mucho antes de que ocurriera el matrimonio, no significaba que estuviera bien prestarme a ser su amante. Lo había tenido presente desde el principio y mucho más ahora.

Traición LetalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora