Capítulo 12 - Celos y descontrol.

724 57 14
                                    

Mellea.

Una vez que Ilias y Biagio se marchan, Cath aprovecha para abrazarme con fuerza.

—No tuve tiempo de recibirte como se debe, Lea, pero muchas gracias por lo que hiciste. De verdad, no sabes cuánto te lo agradezco —murmura contra mí.

—No agradezcas, Cath. Sabes que lo hice de corazón.

Ella se separa y me mira con sus imponentes ojos azules.

—Lamento haberte expuesto de esa manera a Ilias, pero ya conoces su forma de ser, no había otra opción.

—Bueno, casi me pone una bala en la frente, pero estoy bien, tu hija está bien y mis chicas también. Eso es lo importante.

—¡Oh, por Bashikma! Casi olvido que ellas estaban aquí —se toca la frente, negando con la cabeza—. Vamos por ellas, ya pedí que les preparen las habitaciones. Seguramente querrán descansar; debe haber sido un día largo para ustedes.

Asiento, y ella toma mi brazo como si fuéramos viejas amigas de toda la vida.

—Si no fuera por Lukyan y Bela, quienes llegaron corriendo a informarme de lo que estaba ocurriendo, podría haber sido una tragedia —explica mientras nos dirigimos hacia la salida—. No esperaba que llegaran antes de lo previsto. Apenas pude calmar a mi terco esposo para que no se marchara de aquí.

—Ese es el menor de los problemas, Cath —la miro—. No me habías dicho que Biagio estaba aquí, y de haberlo sabido...

—Te hubieras quedado en la frontera, lo sé. Por eso no te lo dije —se excusa—. Ilias lo contactó unas horas después del secuestro, y él vino de inmediato a ayudar con su gente. Por mi parte, acudí a ti porque me sentía mal y desesperada. Secuestraron a Bela estando conmigo, y quería resolver el problema por mis propios medios. Sabes que te tengo mucha confianza para esto.

—Sí, lo sé, pero, ¿cómo sabías que estaba en Arabia?

—Quise contactarte personalmente, pero no respondías al teléfono. Después te rastreé y vi que estabas en Dubai. Luego busqué el teléfono de tus guardias; uno estaba contigo, pero el otro estaba en Riad. Fue más intuición que otra cosa. Así que revisé las cámaras de seguridad de la ciudad y te encontré.

—¿Y qué hay de tu hija? ¿Cómo sabías que estaba allí?

—Ninguno de los miembros de las familias principales se atrevería a hacernos algo así —dije con seguridad—. Nuestros únicos enemigos han estado en Arabia y en Irán. Iluit fue el grupo que masacró a Ilias junto a Biagio, así que supuse que aún quedaba alguno de ellos vivo, o quizás sus hijos. ¿Por qué querrían a nuestra única hija?

Cómo decirle a Catherine que su mayor enemigo podría volver a hacerse presente, y que podría convertirse en mi posible distribuidor de armas. No, no creo que sea lo más apropiado, inclusive si se lo dijera no cambiaría nada. Al fin y al cabo, ya traicioné a Zaid por ella.

—Bueno, eres muy intuitiva, Cath. Recuérdame nunca ser tu enemiga —bromeo, haciendo que ella se carcajee porque no es la primera vez que se lo digo.

—No podríamos, somos tan parecidas.

Continuamos caminando de regreso a la camioneta en la entrada. Los soldaty estaban distribuidos por el terreno, no todos juntos como cuando llegamos.

Hago una seña a las chicas para que salgan, mientras Catherine comienza a dar órdenes a los soldaty en ruso.

Las chicas abren las puertas y salen. Cath se encarga de saludarlas a todas, y ellas hacen lo mismo. Eyra es quien más se familiariza con ella, ya que comparten el gusto por la tecnología. Aunque Cath sea más avanzada y experta en el tema, no duda en compartir su conocimiento.

Traición LetalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora