Capítulo 31 - Errores.

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Biagio.

—Esta vez tenemos peticiones con cambio de 85 mujeres, todas mayores de edad como lo habías pedido —me explica Adriano mientras lee una hoja—. Por otro lado, tenemos 70 hombres, terrenos abandonados, autos, y cosas materiales.

—¿Y qué hay con los intercambios?

—Dinero, drogas, papeles, ya sabes, lo mismo de siempre.

Bebo el contenido de mi vaso.

—¿Cuándo se espera que lleguen?

—Dentro de 4 o 5 semanas, aproximadamente.

—Bien, si llega a ser antes, mejor. Mantenme al tanto de ello.

—Sí, Biagio.

Adriano y yo discutimos más asuntos importantes relacionados con su puesto a cargo de la religión de nuestra organización. Él se codea con el poder mayor, por lo que tiene mucho que ofrecer en ese aspecto, y me mantiene al tanto de todo lo que ha estado sucediendo por allá.

En ese momento, Milo interrumpe nuestra reunión.

—Jefe, ¿tiene un momento?

Me levanto de mi sillón, sin disculparme con Adriano por interrumpirlo.

—¿Qué?

—Ya encontramos al albanés —dice con firmeza—. Ya no está en territorio de los Mancini.

—Regreso a Albania —afirmo con seguridad.

Él asiente.

—No tenemos infiltrados por allá, así que la tarea será más difícil.

—Al contrario, será más sencillo si tenemos a la mujer que lo parió —busco la cajetilla en mi bolsillo—. Uno de los Soldatos se la ha estado follando, así que ella nos traerá a la escoria que queremos.

—Me pondré en contacto con él para darle instrucciones, estoy en ello.

—Tienes 24 horas para dar con él.

Enciendo otro cigarro y regreso con Adriano para concluir la conversación que habíamos empezado.

Siento ganas de acabar con ciertas cosas que no hacen más que quitar oxígeno.

La basura albanesa tiene que ser eliminada, sin excusas.

En el instante en que se le ocurrió ponerle un dedo encima a Mellea, su destino quedó sellado, al igual que el del idiota del club en España. La única diferencia es que a aquel le concedí una muerte rápida, pero esta asquerosa basura albanesa experimentará lo opuesto, pues se atrevió a dejarle una marca en el rostro que le pesará hasta el último segundo de su miserable existencia.

Nadie me la toca, no me importan los motivos por los que sucedió. O si ella lo inicio.

Hasta ganas me dan de una vez matar al hermano cuernudo.

Feliz estaría de que desaparezca de su vida.

Mellea ya no es solo mi revolcón ni mi amante, es algo más. Algo que a un no logro entender ni explicar.

Como si hubiera sido invocada, ella me envía un mensaje preguntando cómo estoy, entre otras cosas, y al final añade esas dos palabras tan simples pero que ahora me son tan necesarias como respirar.

No sé qué mierda me está pasando, pero estoy seguro de que las cosas son muy diferentes ahora.

Pensé que regresar con Mellea sería como antes, pero no lo es.

Ella es importante para mí. Me preocupa lo que le suceda, cómo se sienta, y ya no hago las cosas para joderla o vengarme de ella, sino porque quiero hacerlo.

Traición LetalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora