Biagio.
Imbécil e idiota.
Eso es lo que soy. Un completo imbécil por haber creído en Mellea y un idiota por haber planeado un futuro para nosotros. He repetido tantas veces que las mujeres no debían influir en mi vida, y aquí estoy, cayendo como un pendejo.
Golpeo mi vaso contra la mesa, haciéndolo añicos. El sonido del cristal rompiéndose resuena, un eco de mi rabia acumulada. Estoy demasiado enojado, y la frustración hierve en mis venas. No puedo controlar esta sed de querer destruir algo, solo porque no pude destruirla a ella.
Levanto la botella y bebo un trago largo. Llevo cuatro días atrapado en la oficina, sin dejar de beber, sin que nadie me moleste. Botella tras botella, encerrado en la oscuridad de mi despacho, como si estuviera de luto.
Lo había dicho y se cumplió: ¡Mellea me jodió!
Y lo peor es que desde que se fue, tengo una sensación molesta en el estómago y el pecho. Algo me dice que no está bien, como una alerta constante, pero no sé de qué. Y la verdad, en este momento, no me importa una mierda. Porque me jodieron el puto negocio de mi vida.
Vuelvo a estrellar algo contra la pared, sintiendo cómo el impacto alivia, aunque sea por un segundo, el torbellino de emociones que me consume.
Patético.
Iluso.
Idiota.
Me dejé utilizar como una puta marioneta. Todas las veces que ella se presentaba frente a mí, era un teatro, una farsa. Me hacía creer que le importaba, que había algo real entre nosotros.
Ja, pendejo
Esto es lo que pasa por confiar demasiado. Si desde el principio hubiera escuchado a Milo, esto no estaría ocurriendo. Ahora no solo me traicionó vilmente, sino que me forzó a cambiar todo por ella.
Mi vida estaba resuelta, y sin embargo, aquí estoy, atrapado en mis malditas decisiones, cuando iba a dejar todo por ella. Debí quedarme solo, haberme coronado en ese instante, alcanzando el poder personal que tanto anhelaba y extinguir con él el asqueroso apellido Mancini.
Agh, Mancini
No puedo odiarla, y eso es lo que más me jode. No tengo los huevos para acabar con ella, para quitarle la vida por qué me ha traicionado.
Debería hacerlo. Un tiro, y todo esto se acabaría.
Pero no puedo.
Me llevo la mano a la cabeza, sintiendo el punzante dolor de la resaca que me devora. El alcohol aún circula en mi sangre, nublando mis pensamientos.
—Jefe —escucho una voz al otro lado de la puerta.
La ignoro, bebiendo de nuevo, buscando un consuelo que no llega.
—Jefe —insisten, y la puerta recibe una serie de golpes.
—Lárgate —grito, lanzando lo que tengo a mano contra la puerta, haciendo que un agujero se forme en ella.
A pesar de mi advertencia, la abren. Levin aparece, su rostro es un mar de nervios.
—¿Qué quieres? —pregunto, mi tono helado y cortante, como un cuchillo afilado—. Les ordene específicamente que no quería que nadie me molestara hasta que diera la puta orden.
—Lo sé, jefe, pero esto de verdad es muy importante —alza el teléfono, y con un movimiento brusco se lo arrebato de la mano.
—¿Qué? —pregunto, dirigiéndome al imbécil al otro lado de la línea.
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Traición Letal
De TodoEl linaje es algo inevitable de corromper porque tiene que seguir, pero todo cambia cuando se involucra la traición y eso es algo que tiene que pagarse, ya que nunca quedará impune, mucho menos en esta historia. Mellea ya ha perdido bastante, desde...