Mellea.
Me despierto en cuanto la luz del sol entra por la ventana, bañando la habitación en una cálida luminosidad.
Siento tanta paz y al mismo tiempo tengo esta sensación de alegría y satisfacción combinadas que me abrazan con fuerza.
La habitación, de una elegancia exquisita, está equipada con todo lo necesario para la preparación de un día tan especial como el de hoy.
Me levanto de la cama con suavidad, observando cada rincón con ojos curiosos, como si estuviera descubriendo el espacio por primera vez. El gran ventanal me regala una vista espectacular de la playa, con las olas rompiendo suavemente en la orilla.
Al moverme en el colchón, percibo la presencia cercana de mi hermana, que se incorpora con un resplandor especial, anunciando que no estoy sola en este día crucial.
La ayudo a pararse, y su rostro irradia emoción y nerviosismo contenidos. —Es hoy, me caso hoy. ¿Puedes creerlo? —exclama con voz temblorosa, mientras su mirada busca la mía en busca de complicidad.
Le doy un beso prolongado en la cabeza, transmitiéndole todo mi cariño y apoyo. Una extraña sensación de pérdida efímera me embarga, como si el simple hecho de casarse la alejara de mí, aunque sé que es solo el comienzo de una nueva etapa en su vida. —Es tu día, y debes disfrutarlo al máximo, hermana.
—Como si ya lo hubiera vivido antes... —responde con una sonrisa enigmática, revelando una tranquilidad interior que contrasta con mis propias emociones. —Soy feliz, Lea, más feliz de lo que puedes imaginar. No te preocupes por mí, Flavio cuida de mí. —Su belleza resplandece con su largo cabello al viento y su vestido azul cielo, emitiendo una luz propia que me reconforta. —No tomes decisiones apresuradas, lucha por lo que realmente deseas.
Antes de que pueda indagar más en sus enigmáticas palabras, mi entorno se desvanece y siento unas manos rodeándome por detrás, acariciando mi cuerpo con una suavidad que despierta sensaciones desconocidas en cada rincón de mi ser.
—Mell... —la voz de Besnik susurra en mi oído, llenándome de un aura de ternura que despierta una chispa de esperanza en lo más profundo de mi ser.
Su cálido torso choca suavemente contra mi espalda, mientras toma mi mano y la eleva hacia sus labios, depositando un beso suave que enciende una sensación de ardor en el dorso de mi piel.
—No te cases... —la voz ya no es la suya, es otra voz, misteriosa y seductora que me envuelve en un torbellino de emociones—. Sé mía.
Giro hacia su rostro, encontrándome con esos hipnóticos ojos verdes que me atrapan en un instante, haciéndome perderme en un abismo de deseo y confusión.
Me observa con la intensidad de un depredador contemplando a su presa, y una sonrisa pícara curva sus labios.
De repente, despierto de golpe.
El sudor empapa mi rostro, siento mi cuerpo entumecido y mi respiración agitada. Mi pecho sube y baja con rapidez, como si estuviera corriendo una carrera contra el tiempo.
Los mechones de mi flequillo se adhieren a mi frente, y los aparto con gesto brusco, llevando mis manos a mi rostro y recorriendo mi cabello con frustración.
A través de la ventana, la luz de la luna todavía ilumina la habitación. Estiro mi brazo hacia la mesita de noche para consultar la hora en mi reloj.
Es sábado, las 5 de la mañana.
Hoy es el día de mi boda.
Me incorporo, apartando la colcha que cubre mi cuerpo empapado en sudor. Silencio la alarma que de todos modos sonaría a las 5:30 y comienzo a organizar lo que queda por hacer con mis maletas.
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Traición Letal
RandomEl linaje es algo inevitable de corromper porque tiene que seguir, pero todo cambia cuando se involucra la traición y eso es algo que tiene que pagarse, ya que nunca quedará impune, mucho menos en esta historia. Mellea ya ha perdido bastante, desde...