Capítulo 7 - Trato.

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Mellea.

Cuando me convertí en Sottocapo, supe que el resto de mi vida estaría plagado de decisiones difíciles, algunas de las cuales podrían ir en contra de mis principios o valores.

Estar en mi mundo no solo es sentir desesperación, tristeza e impotencia si no que debes (aunque no quieras) actuar enfrente de todos como si eso no te afectará. Siempre con la cabeza en alto haciendo que el mundo tiemble ante ti. No dejar que nadie te subestime por más destrozado que te encuentres, porque en este mundo no hay espacio para débiles.

He tenido que abrazar una faceta de mí misma que jamás imaginé que existía, revelando un lado oscuro y aterrador que yace en lo más profundo de mi ser. Aunque nunca deseé desenterrarlo, no me quedó otra opción.

Contemplo mi reflejo en el espejo, con determinación en mis ojos ante lo que está por venir.

Con cuidado, aplico un labial rojo intenso en mis labios, presionándolos con firmeza para asegurarme de que el color quede impecable.

Las sombras en mis ojos se destacan en tonos rosa y negro, realzadas por unas pestañas postizas largas que parecen naturales. Mi cabello oscuro está recogido en una elegante cola alta, mientras mi cuello y clavículas brillan con destellos de bronceador.

—Jefa, ¿podría ayudarme con esto? —me pide Eyra, luchando por atar su leotardo— No alcanzo a ver bien, hasta que use mis lentes de contacto.

Decidí ayudarle a Eyra a colocarse la prenda. Abroché los dos botones que se encuentran en su cintura, y al observarla, me sorprendió ver lo provocativa que lucía. Eyra solía irradiar inocencia con sus lentes, ropa holgada y zapatos bajos.

Sin embargo, en este momento, le correspondía adoptar un papel completamente diferente: el de la seducción, pues sabíamos que en nuestro mundo, la muerte podía acechar en cualquier instante.

Nos encontramos en la habitación del hotel, vistiéndonos con los trajes provocativos asignados a cada una de nosotras. Decidimos que sería más prudente optar por un atuendo uniforme, variando únicamente en la paleta de colores, todas vestidas en tonos oscuros. Esta estrategia nos ayudaría a confundir a nuestros enemigos y dificultarles reconocernos por nuestros rasgos individuales.

Nuestro maquillaje era idéntico, al igual que el color y el peinado de nuestro cabello. Tuve que retirarme el piercing y cubrir el pequeño orificio con una mayor cantidad de maquillaje para que pasara desapercibido.

El atuendo consistía en un leotardo de manga larga, con medias de red de tiro alto que dejaba ver todos nuestros atributos. Acompañado de unas botas negras de 10 centímetros.

—No se les olvide esto —me saca de mis pensamientos Fer al entregarnos los collares— algunas o la mayoría tendrá que usarlos.

—Los usaremos una vez lleguemos al lugar, no aquí —le respondo, dejando en evidencia mi frustración.

¡Maldita sea! Hacerse pasar por una sumisa representa la mayor humillación para mí y mis chicas. Siempre hemos sido lo opuesto a eso. Sin embargo, no nos quedó otra opción; solo de esta manera pudimos asegurar nuestra entrada a "Perversione". Aún no entiendo cómo logramos interceptar las comunicaciones y así modificar los planes de las sumisas y prostitutas de Ilias para que ahora nosotras podamos ocupar su lugar.

No sé qué suerte nos sonreía, pero lo conseguimos, aunque, por supuesto, el contacto de Fer también nos brindó su ayuda.

—Todo está listo en las maletas, jefa —avisa Natia—. Las armas están ocultas bajo el falso fondo. Los trajes encima, cubriéndolo todo.

—Perfecto —en ese momento, el sonido de llamada de mi teléfono me distrae, al igual que a todas, pero les hago un gesto con la mano para indicarles que todo está bajo control y continúen con sus tareas.

Traición LetalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora