Parte 12

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Narra Amira:

— Juli... ¿No te vas a levantar? - Dije al notar que ya llevaba un par de minutos sin decir nada y sin aun quitarse de mi espalda.

Seré honesta, no me importa en li absoluto que esté ahí, es más, me hace pensar en situaciones en las que me gustaría tenerla ahí... Me están manipulando mentalmente. Quiero decir, no soy de aguantar mucho peso sobre mi desnutrido cuerpo.

— ¡A-ah, si, si! Lo siento. - Se volvió disculpar antes de por fin levantarse.

Yo hice lo mismo y arqueé mi espalda para ver si craqueaba. No se, tenía esperanzas de parecer más adulta así o yo que carajos se. En fin, Julieta seguía disculpándose unas dos veces más, mientras yo le decía que no importaba, y que de igual forma fue mi culpa por andar de peleona con mi hermano. Este es mi karma. Ya quiero ver el suyo.

Admito que la morena estaba algo rara cuando ya nos levantamos, no buscaba mi mirada siquiera un segundo y me sorprendió un poco pero lo deje pasar.

Ya de camino a la casa Madrigal, traté de romper el hielo con una charla sobre lo idiota y poco conveniente que es Agustín para Julieta.

OK, no. Más bien fue una charla sobre diversas cosas en el pueblo. Hablábamos de como podría ser el exterior de Encanto. Que tantas cosas abrían fuera y que animales, plantas, pueblos, ciudades, personas, podríamos ver y conocer si tan solo dejáramos nuestro hogar. Desde pequeña, ese fue uno de mis más grandes sueños, que lentamente dejó de serlo con el paso de los años, y entre más otras cosas me llenaban la mente. Aun que cada que pienso en como sería el mundo fuera, ese fuerte sentimiento vuelve y esa adrenalina recorre mis venas como impulsándome a hacerlo.

— Y, ¿crees que la gente vista diferentemente? O, quizás tienen costumbres fuera de las comunes que nosotros tenemos aquí. - Mientras hablaba, me encontraba caminado de espaldas. Sin duda no es una buena idea siendo yo, pero me vale poco.

— Jajaja, no me sorprendería que muchas cosas sean diferentes. Aun que, tampoco creo que hallan demasiadas diferencias estando en un mismo país. Tal vez, si hablásemos de Venezuela, Ecuador, Brazil o incluso alguno que este en otro continente, diversas cosas no se asimilen a las nuestras. - Me respondió con su icónica sonrisa que solo ella posee.

Asentí y continuamos la conversación hasta llegar a Casita. Allí, le ayudé cargando la canasta, por más que me dijo que ella lo haría. Seguro no me tiene mucha confianza en que logre llevarla hasta su mini puesto sin tirarlo todo. No la culpo, tampoco me tendría confianza para transportar cosas, ni a mi, ni a ningún Velasquez jeje.

— Valla, se habían tomado su tiempo, ¿no? - Dijo mi queridísimo hermano al acercarse a mi y quitarme la canasta de las manos. Ni que fuera suya.

Solo le regalé una mirada errónea, a lo que el me respondió con el ceño fruncido y sin expresión alguna. Somos hermanos, de la misma sangre y todo, pero si se trataba de "compartir" algo o alguien con tanto valor, podíamos llegar a ser los enemigos más grandes del mundo y odiarnos hasta un punto extremo.

— Tuvimos un pequeño accidente de camino a casa, Gus. - Le respondió Julieta, y luego se puso entre nosotros notando las miradas desafiantes que nos dábamos. - A ver muchachos, cálmense, ¿quieren?

Apartamos la vista del otro y nos fijamos en la Madrigal. La sangre me comenzó a hervir cuando la vi besar a mi hermano. Quería partirle la cara.... con cariño.

¿Por que quería hacerle daño?

¿Solo por que salía con Julieta?

Es que no se la merece.. Yo debería estar en su lugar.

— ¡Oh! Por cierto, Ami. - Salí de mi transe al escuchar mi nombre siendo pronunciado por su melodiosa voz. - No olvides pagar las flores que me regalaste. - Dijo sin mirarme directamente y soltando una pequeña carcajada al terminar.

¿Como supo que no las había pagado el día anterior?

Aun que, si, ya estaba olvidando que debía hacerlo.

— ¿Como lo supiste? - Pregunte intrigada y al no ser la única, puesto a que mi semejante también parecía algo desconcertado gracias a tal comentario.

— Tu brazo. - Respondió sin más.

Una gran sonrisa decoraba su rostro. Mi hermano volteó a checar esa parte de mi cuerpo y en efecto, aun se notaba lo que la señora de la floristería me había marcado.

— Así que le compraste flores a Julieta... - Me dijo con un tono amenazante. Obvio no me asustaba. Por dios, ¿quién puede asustarse de un chico que grita como niña cuando ve a una abeja?

— Si. A eso mismo salí ayer. - Hable fríamente.

— Bien. Y, ¿por que entraste por la ventana? - Y ¿eso a que viene?

— No te salgas de tema Agustín.

— Mamá y papá han de estar furiosos contigo. ¿Que hiciste anoche en particular hermanita? Fuiste a robarme la idea de las flores y ¿que más? ¿Te viste con el tal Nicolas?

¡¿Acaso se atrevió a decir que YO le había robado la idea a EL de comprarle flores a Julieta?!

Me siento ofendida y lastimada.

— ¿Disculpa? Esa fue mi idea en primer lugar. - Resalté el "mi" con mi dedo pulgar mientras golpeaba mi pecho.

— Quedamos en que yo le regalaría las flores. No tu.

Seguimos discutiendo unos minutos más hasta que la morena se entrometió y sugirió que mejor fuera a pagar el regalo así dejaba de lado las peleas con Agus por un rato.

— Esto no se va a quedar así, hermanito. - Dije tomando el cuello de su camisa y mirándolo fijamente a los ojos.

— Seguro. - Me respondió algo fastidiado.

Como dije, podemos odiarnos y despreciarnos y comenzar una severa competencia en busca del ganador de la atención o la posesión de lo que sea que tengamos que "compartir" pero al final de cuentas, seguíamos tomándonos las cosas de manera juguetona y seria en su mismo tiempo.

Ninguno de los insultos que nos tirábamos el uno al otro era enserio.
Al menos no la mayoría.

Pero en fin, sea como sea, nada cambiaría el hecho de que fuésemos hermanos y compartiésemos físicos y personalidades muy parecidos.

— ¡Buenas! Vine a dejar la paga de las flores que compré ayer. - Me asome por la rejilla del local hasta que me percaté de una silueta que se acercaba.

— ¡Ah! Amira. Creí que lo habías olvidado, a pesar de que lo escribí en tu antebrazo jaja. - Si tan solo supiera que si lo había olvidado.

— Por supuesto que no jaja. Solo estaba algo ocupada. - Ocupada olvidando quién sabrá que otras cosas.

Al final pagué el ramo y corrí devuelta al centro del pueblo para encontrarme con tremenda fila de heridos que esperaba impacientes a uno de los exquisitos aperitivos que la dulce Julieta Madrigal había preparado.
Y a su lado, como pegamento en la hoja, un cuatro ojos que correspondía al nombre de mi hermano. Digo– Agustín.

La nostalgia apagó cada milímetro de rabia que había llegado a sentir minutos antes. Lo que me hizo decidir que mejor los dejaba en paz y buscaba que otra cosa podría hacer. Quiero decir, podría ir a trabajar pero estaba como muy floja en ese momento. Ademas, no podía arruinarles cada instante que tenía para pasar en pareja, ¿o si? Después de todo, no tenía mucho más que hacer. No había forma de que regresara a casa y encontrarme con mis padres a punto de crear un nuevo récord en el mundo de los interrogatorios mas largos que pudiesen existir.

Comencé a caminar sin rumbo alguno, al lado opuesto de Encanto. En eso, choqué con la persona indicada para sacarme del transe de tristeza que me hacía sentir el pensar en la "bonita" pareja que hacían Julieta y Agustín.

— ¡Oh! Ho-hola Ami..

— Jeje, hola y lo siento Nico. Parece que no habrá forma que nos encontremos sin chocar jajaja.

Continuará......

- Que Sea Nuestro Secreto - (Julieta Madrigal x Oc) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora