Parte 39

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Narra Amira:

Necesitaba reflexionar, mi cabeza estaba llena de culpa, de remordimiento, de problemas.
Necesitaba reflexionar, pero estando frente a la puerta de mi casa, me di cuenta que no podría ser ahí.
Necesitaba reflexionar, más debía ser en otra parte, por lo que escogí la colina.

Mi lugar favorito.

El lugar que Julieta y yo volvimos nuestro.

Donde me cegué, mejor dicho, nos cegamos. Donde por tan solo un par de horas, todo se hizo incomprensible. Donde nos permitimos ser felices sin pensar en las consecuencias. ¿Era eso egoísmo?

Caminé tratando de olvidar. Tratando de convencerme una vez más que estaba haciendo lo correcto, aunque era completamente lo contrario. ¿Julieta o Agustín? ¿Serle fiel a mi deseo de amar o rendirle lealtad a mi familiar? ¿Porque Julieta no ha sido capaz de terminarle si no lo ama?

Ahora tenía una grave necesidad de hablar con ella, de recibir ciertas explicaciones.

— ¿Esta mal amar? - A los segundos de arribar a mi destino, me tiré al piso y me eché a razonar. - No, ¿verdad? Claro, hay que tener en cuenta que soy una mujer y...

Comencé a juguetear con mi cabello, la cola alta me fastidiaba, por lo que decidí soltarla. El estrés me daba calor, pero no estaba en mi casa, ni modo que me empelotará en pleno bosque. Sin embargo, podía aflojar los botones de mi camisa, lo cual hice.

— Tienes razón, eres una mujer. - Me giré inmediatamente al escuchar tan dulce y firme voz. - Una mujer atractiva, torpe y con bellos sentimientos. Pero tienes la cabeza hueca. - Se echó a reír, sentándose a mi lado, tomando delicadamente mi mano entre las suyas.

— Creí que estabas con mi hermano. - Julieta recargó su cabeza sobre mi hombro, me pareció extraño que de forma tan repentina apareciese como si nada. ¿Me habrá seguido?

— ¿Quieres que hablemos de eso? - ¿Como? - Se que estuviste espiándonos. Supe que serías la única capaz de hacerlo.

— Me conoces bien, bonita. - La Madrigal soltó una risita. - ¿Crees que deba decirle?

— No lo se. Pero está preocupado. Cuando dijiste que te encargarías de que nada se saliese de control, que haríamos que esto funcionase... Ah... Quizás tuvimos que pensarlo todo dos veces. Fuimos muy apresuradas. - Tal vez en eso tenía razón.

— ¿Por que no le terminas a mi hermano? - Sentí su cuerpo tensarse, levantó su cabeza y se enderezó. Soltó mi mano y acomodó el poncho azul que usaba sobre su camisa.

— Es complicado, ¿sabes? - ¡Claro que no lo es! - Yo... Tengo que pensar en mi familia.

— ¿Como es eso? ¿Que tiene que ver Agustín con tu familia? - Fruncí el ceño, no entendía en absoluto.

— Es por las siguientes generaciones. - ¿Que carajos? ¿No tiene hermanos o que?

— ¿Y Bruno y Pepa? - No quería, pero por desgracia, mi entonación aumentaba, por lo tanto, sus respuestas también trataban de subir su tono. - ¿Por que todo tiene que depender de ti?

— Amira, todos sabemos que por parte de Bruno no habrá una siguiente generación, y mamá duda que Pepa siquiera consiga esposo. Mamá cree que es lo mejor, solo por si acaso. - ¡Dios mío! ¡Por supuesto, maldita sea! Sabía que esas palabras no salían originalmente de la boca de Juli.

— ¡Oh, claro! ¿Entonces que se vallan a la mierda tus deseos, tu futuro,  que se joda lo nuestro? Dime, Julieta, ¿es eso lo que quieres? ¡¿Si?! Porque si es así... para que seguir, ¿si o no? - Sentía mis ojos cristalizarse, mis mejillas mojarse..

Con rabia, me limpié las lágrimas,  me levanté harta de ser solo una especie de diversión extra. Una dosis para hacerla sentir bien cuando no quería cumplir órdenes.  Como un sucio juguete.

— Ami.. Yo no quise decir eso. - Ignoré sus palabras,  su melodiosa voz me ponía más nostálgica, cerré los puños y me levanté enojada, pero sobretodo destrozada. - ¡Ponte en mis zapatos por un momento! ¿Crees que esto es fácil para mí?

Le miré de reojo, sus luceros marrones empapados, su voz quebradiza. Palme ambas manos en mi rostro con fuerza, posiblemente dejando marcas rojas.

No podía enojarme con ella, se me era imposible,  a pesar de intentarlo con toda fuerza de voluntad.  Aunque me hicieran hipnosis, no podía.  No con Julieta.

— Y-yo... Necesito estar sola, ¿si? Hablamos mañana. - Giré de camino, solo escuchaba sus sollozos.

Sin embargo,  no trató de detenerme ni mucho menos. Simplemente se quedó ahí, sentada, observando como me largaba con todo mi orgullo a tope. Tenía unas inmensas ganas de estampar mi frente a un árbol. No me sentía solamente estúpida,  mas igualmente abrumada. Una vez, hice que la bella Julieta llorará. 

La diferencia de esta vez... Yo también me derrumbé frente suyo.

¡Ahg!

Narra Julieta:

¿Era mi culpa que todo esto sucediera?

Mi hermana tenía razón, ¿verdad?

— No se tomar mis propias decisiones por el sencillo hecho de que buscó complacer a otros.

— Ay, Juli. Supongo que tu estás al tanto de que es completamente imposible complacer a todo el mundo, ¿cierto? - Mi mellizo enrollo sus brazos a mi cuerpo, mientras yo abrazaba mis piernas.

— ¡Es que! - Chillé. - ¡No se que hacer, Bruno!... No se... - Las ratas que solían esconderse en el cabello de mi hermano, salieron a ¿consolarme? Quiero convencerme de que así era.

— Bueno, dudó que ayude, pero, al final, tu tendrás la última palabra.  No hay nadie que decida que puedes hacer con tu vida. Mucho menos mamá.  Además,  sea cual sea tu decisión,  Pepa y yo siempre estaremos para apoyarte. Y con suerte mamá también lo estará cuando entienda tu situación.  Claro... si se lo comentas.

¿Que clase de locura es esa?

— Ja... Bien. Gracias, Brunito. Muchas gracias, a ti, y a... ¿Donde esta Pepa? - Mi semejante se encogió de hombros,  dándome a entender que su paradero era igual de desconocido para él.

— Hace rato la vi entrando a su pieza cogida de la mano con Gabi, lo peor era el como se reían.  Parecían tener un plan para hacer que el pueblo diera una vuelta 360... Creo que se tomó la noticia demasiado bien. - ¿Que noticia?

Algo de chisme me subiría el animo, ¿no?

Al final de cuentas,  Amira y yo no terminamos, ¿o si? Solo... Estamos reflexionando todo. 

— Le conté sobre el compromiso de Pepa. - ¡¿QUE?! - Supuse que ella tenía que saberlo, porque vivir engañada por la persona que más ama... me parecía un acto muy cruel.

— Bruno, Pepa te va a matar. Puedes estar, literalmente,  arruinando su relación. 

— Ahora serán tres mujeres con el corazón roto.

No, pues  gracias.

Eres de mucha ayuda.

Continuará....

- Que Sea Nuestro Secreto - (Julieta Madrigal x Oc) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora