Narra Amira:
Si algo había aprendido de aquellos correazos, mas bien, de aquella escena que ocasione, es que no hay forma de meterme las palabras a la boca y mantenerme callada.
— ¡Ahg! - Agustín llevaba quizás unos quince minutos lamentándose el no haber podido detener a ese hombre. - Maldito sea.. mira como te ha dejado. Y yo no serví de nada...
Creo que jamás había visto a mi hermano tan molesto.
— Agustín, cálmate, hijo. Era lógico que a tu padre nadie le podría hacer cambiar de parecer y mucho menos detener. - Mientras que mi madre se encargaba de limpiar los raspones que el cinturón de cuero hizo.
— ¡Es que! ¡¿Como es posible que se le ocurra hacerle algo así a su propia hija?! - Por otro lado, yo andaba perdida en mis pensamientos.
Casi no le estaba parando bolas a la conversación, o discusión, o lo que sea que estuvieran teniendo. Yo estaba en otra parte, reflexionando en lo que había dicho antes de que me mandara a mi cuarto.
¿Acaso lo decía enserio? ¿De veras odio a mi padre?
Quiero decir, odiar es una palabra muy fuerte, ¿no?
¿De verdad, eso era lo que sentía por mi creador?
— ¿Ami? - Ese dulce tono me despertó, me transportó a mi infancia y me hizo volver a poner los pies en la tierra. - ¿Estas bien, mija? ¿Todavía te duele mucho?
Mnm... Era extraño, desde ya hacía un rato había dejado de sentir el dolor. Tal vez, el pensar en otra cosa me hizo olvidarme de ello.
— ¿Ah? - Parecía que venía justo de despertar de un largo sueño. Mi mamá y mi hermano me miraron algo confundidos, yo también lo estaba. - Digo– Si, si, estoy bien. Tranquilos, solo... algo cansada. ¿Podrían dejarme sola un rato?
Mis familiares asentaron y dejaron la habitación. La siguiente cosa que me dispuse a hacer fue llorar. Me sentía mal por haberle dicho eso, pero al mismo tiempo le tenía una rabia inmensa que no me permitía razonar claramente. Luego, empecé a creer que tal vez, Julieta también este teniendo varios problemas con los cuales lidiar gracias a este "secreto". Comencé a sentirme inútil, como una traidora, y era lo en realidad era.
Narra Julieta:
— Oye, Juli. - Por un segundo supuse que sería un pueblerino que me pediría comida.
— Por favor, diríjase al final de la fila, ¿puede? - No tenía cabeza para lidiar con el mismo problema de todos días, por lo que traté de ignorar a la persona a mi costado y ni siquiera dirigirle la mirada.
— Juli, no vengo por comida. - Me giré a verle cuando ya había reconocido la voz.
— Oh, disculpa, Gabriela. Estaba en las nubes, jeje. - Era cierto, no me encontraba del todo consciente de lo que pasaba a mi alrededor. - ¿Necesitabas algo?
Después de todo, la rutina era fácil y repetitiva, lo que me daba el derecho de perder en mi conciencia cuantas veces quisiera y por cuanto tiempo desease.
— Ah si, si. Resulta que fui a ver al local de Amira puesto a que habíamos quedado en que me ayudaría con... algo. - Mnm... Eso sonó raro. - Pero, no esta. ¿Sabes algo?
Se que Ami podía ser bastante vaga con su trabajo y casi nunca encontrarse donde debería, sin embargo, no dudo en que si quedo que estaría, estaría. Y ahora que me ponía a pensar, ni siquiera Agustín a venido a verme de todo el día. Eso SI era raro. Mucho a mi parecer.
— La verdad, no se... ¿Podrías ir a su casa a ver si es que se le olvidó? - ¿Por que tenía el presentimiento que esto tenía que ver con la extrema preocupación de Amira por volver tarde a casa?
— Vale, no hay problema. Pero... ¿me dices donde es? - Gabriela me dio una sonrisa torpe y rascó su nuca en lo que parecía tratar de ignorar las miradas de los otros presentes.
Claro, se me fue que ella no es de aquí. Le indiqué el lugar y le pedí que de paso le dejara un mensaje de mi parte. Se lo iría a decir yo misma en persona, pero no me puedo ir de este lugar al menos hasta el mediodía. Esa era la parte aburrida de mi trabajo.
Al menos, una de las muchas partes aburridas.
Narra Amira:
— ¡Amira! - Dijo la irritante voz de mi padre desde la sala. - ¡Te están buscando!
¿La policía, el gobierno, bienestar familiar, la muerte?
Cualquiera de esas opciones serían de mucha ayuda en este preciso momento.
— ¡Pues diles que no estoy! - Honestamente, no pensaba, ni quería salir de estas cuatro paredes, al menos hasta esta noche.
— ¡Oye no seas holgazana y sal de ahí! ¡Teníamos un trato! - Una de las únicas que personas que podía ser tan imprudente para gritar desde el interior de mi casa frente a mi padre, eran Pepa Madrigal y alguien que no conoce el temperamento de mi papá.
Ósea, técnicamente la Gabriela, Gabriel, como se llame.
Lo que me recordaba que había prometido que le ayudaría con ropa femenina. No se, pero aun dudo que sea chica. Quizás travesti. O tal vez solo se cayó de niño y los efectos del golpe a penas salen a la luz.
— ¡Yaaaa vooooy! - Me levanté un poco fastidiada y baje las escaleras para encontrarme con mi papá hablando con el extranjero ese.
Sin embargo, por mas que ese hombre sonase amable, podía notar en su mirada que sospechaba rotundamente de Gabriela.
— Ya estoy. Papá, iré al local a cumplir con el pedido de Gabriel. Espero no te moleste. - Así, lo haga me vale pepino.
— Adelante. - El moreno empezó a alejarse creyendo estaría detrás, pero cuando iba justo a poner un pie fuera de casa, mi padre me agarró del brazo con fuerza. - Pero ya sabes, no te quiero en otra parte que no sea el local. Donde me enteré que saliste de ahí, no tendré piedad esta vez.
La piel se me erizo del miedo, fruncí el ceño tratando de tomarlo en serio, pero sabia que iba muy enserio.
— Esta bien..
— ¿Vienes o no? - Pero que impaciente es esa chica. ¿Chico?
Ahg, ya me tiene hasta la madre el no saber que es.
— Puedes irte. - Inconscientemente cerré mis puños con fuerza, tenía las ganas de darle un puñetazo en esa cara hasta el cielo, sin embargo, no tenía más opción que comerme los insultos y guardarme el deseo de pegarle.
¿Estoy sonando muy cruel?
Ni de eso estoy segura.
Continuará....
Últimamente hay capítulos un poco cortos por motivos personales pero prometo alargar los que siguen.
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- Que Sea Nuestro Secreto - (Julieta Madrigal x Oc)
FanfictionBueno, aquí vamos con otra más. Les presento a: Amira Velásquez, reconocida por todo el pueblo gracias a su asombroso talento en costura. Ella a una poca edad se intereso en este dominio y desde que sus padres notaron lo buena que era para ello, el...