Parte 35

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Narra Amira:

Era casi mediodía, ¿creo? La verdad, no estaba nada segura de ello, puesto a que llevaba ya un par de horas sentada en esa fuente sin prestar atención a lo que pasaba a mi alrededor.

La razón por la no me había movido de aquel lugar, a pesar de haberme aburrido a los tres segundos, era simple. Nicolas por fin iba a volver de la cuidad y lo estaba esperando.

Según hasta donde sé, los Gutierrez, ósea, Nico y su tío, se encargan de la importación y la exportación con el exterior del Encanto, en total discreción. Van una o dos veces al vez, independientemente de como este la producción o la necesidad, y ahí es donde venden sus productos y los de cierta gente en el pueblo. De ahí es donde Pepa utiliza sus encantos de mujer para convencer a don Dario y a su sobrino para que le traigan libros que ella paga.

Sin embargo, eso a mí me valía cuatro kilos de limón, porque lo que me importaba de la tan esperada llegada de mi adorado amigo, era que me moría por saber quién carajos era el chico que lo traía por el piso.

Llevó casi dos semanas sin dormir como se debe.
Esto se ha hecho una necesidad.

En eso, para disminuir mi aburrimiento, de la nada apareció la extrajera pateando... piedras. ¿Como no?

— Veo que detestas las rocas. Deja el desprecio que no te han hecho nada.

— Ay, y ¿tu desde cuando te preocupas por un par de piedritas? Además que ni "hola" dices. ¿Donde quedaron tu modales y respeto a tus mayores? - Ni a mi propio padre respeto, ¿que voy a hacer respetándote a vos?

— Lo dices como si me llevarás diez años de diferencia, anciana. - Río, mientras se sentada a mi costado. - Podrás ser mayor e incluso la autoridad en la cuidad, pero aquí y para mí, no eres mas que la protegida de Pepa.

Ahh... Soy muy buena para dar apodos.

— Te he dicho que no me llames así, o ¿te recuerdo que tu eres "la hermanita de Agustín, es solo una amiga mía"? -
Admito que me lo merecía, pero eso sentía como un cuchillo en el corazón.

Tenía que vengarme de alguna manera, porque no yo aceptaba al karma tan fácilmente.

No pude evitar ponerme seria, y para desviar ese hecho, así Gabriela no le daba importancia, le lancé agua.

— Eso no es divertido... Es doloroso. - Y mucho... - No es como si tu novia estuviera literalmente comprometida con otro. - Al menos eso creo. - Tienes suerte.

— Si.. Lo que digas. - Me pareció peculiar su entonación abrumada. - Mas bien dime, ¿que haces aquí? - Espero a mi amiguito pa' que me de un chismesito. - Pensé que aun estabas castigada.

— Nop, afortunadamente, mi encierro acabó. - Todo porque mi mamá le dijo a mi papá que había comenzado a hablar con las paredes. - La verdad, estaba buscando a Julieta, pero no la encontré en su puesto de comida. - Y es que si, después de pasar los primeros veinte minutos sentada esperando impacientemente, decidí buscarla. - Bruno la esta cubriendo y dijo que no sabía dónde estaba, también dijo que buscará en Casita, pero soy bastante floja y necesitaba un descanso.

También era cierto. Un descanso de tanto estar descansando. ¿Me comprenden?

La morena me inspeccionó con la mirada, seguramente comenzaba a comprender que yo priorizó mi energía para ciertas cosas. Si es así, valla que era buena para captar.

— Me sorprendes. - Se echo a reír tan pronto dije eso y giró su atención a Casita. - ¿Tu que haces aquí? ¡No, no, espera! No tienes trabajo, jaja.

- Que Sea Nuestro Secreto - (Julieta Madrigal x Oc) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora