Parte 40

157 15 27
                                    

Narra Julieta:

La cena transcurrió de una forma peculiar, puesto que al ver a mi querida hermana, recibí una instantánea respuesta a una duda anterior. El como trataba de ocultar su ciertas zonas de su cuerpo, era obvio lo que había sucedido. Y no me importaba. Sólo me sorprendía. 

Después de que llegué de mi "fallida" cita con Gus, y mi terrible discusión con Amira, El haber vuelto temprano a casa, mucho más de lo que los demás pensaban, gracias a mi "fallida" cita con Gus, y mi terrible discusión con Amira, me permitió tener una charla informativa con mi madre. Con la mujer más cerrada del pueblo, y esa no es Pepa, ella está en segundo lugar. Me causaba problemas cuando escuchaba a mi melliza quejarse de su temperamento, lo chistoso de sus quejas, era lo hipócrita e ignorante que sonaba cuando al final de cuentas, en eso son como dos gotas de agua, pero de agua oscura.

Alma se veía seria, poco comprensiva ante cualquier situación, más no viví 22 años a su lado como para no saber quién era en verdad. Que ocultaba y que sentía. Acudí a mi mamá para que me aconsejará con un sujeto que para ella, era un pasado desgarrador, trágico y solitario. Hablar de amor de una manera discreta, tapando mis verdaderas intenciones, no era del todo divertido.

"— ¡He vuelto! - Dije, al atravesar las puertas principales de Casita, limpiando mis ojos para que si alguien me viese, no preguntasen por mi estado. Por mis lágrimas. 

Al no recibir respuesta, mucho menos una presencia nueva en el espacio al que tenía acceso con mi vista, decidí ir a mi lugar de consuelo, uno de los únicos en los que me sentía de uso, importante: la cocina.

Vi a mi madre en mi puesto de todos los días, con su atención puesta en las papas que estaba picando. Una olla a presión hacía un poquito de ruido, supuse de inmediato que estaba haciendo una receta que durante intenté copiar, pero por más que tratará, no conseguía esa misma chispa que ella ponía. Eso causó una ligera sensación de felicidad en mi ser, aquel plato de comida sin duda me haría bien. Esa nostalgia que provocaba me transportaba a los momentos buenos que mi vida a tenido y en eso me concentraba mientras comía. 

— Mamá, no creí que fueras a cocinar. - Mi creadora se sobresaltó al escuchar mi voz y giró su rostro a mí. - No quise asustarte, perdona.

A diferencia de Pepa, siempre fui muy respetuosa. Sobretodo como mi madre.

Uff... Esta bien, Juli, no importa. Aunque, ¿que haces aquí? Pensé que estabas en tu cita con Agustín. - Solté un suspiro, recordando el helado que le tiré encima por accidente, luego el rostro deprimido y enfadado de Ami. - Mija, ¿todo en orden?

— S–si, mamá. No es nada... - Era lógico que a pesar de que intentará tapar mi abrumado sentimiento de culpa, seguía siendo muy notorio, sobretodo a los ojos de mi propia madre. Esta hizo una mueca de poco convencida, queriendo saber que pasaba en realidad. - OK, tal vez no sea cierto

Alma dejo el cuchillo de lado, poniendo su total atención en mí, me miró como solo una madre puede mirar a sus hijos, preocupada y lista para escuchar.

Te escucho. - Fue lo único que dijo.

— Hi–hice algo mal... - Comenté. - ¿Tu nunca tuviste un conflicto con amar a dos personas?

— La verdad no, cariño. Pero dime, ¿de verás amas a las dos de una misma manera? - Quedé en un sincero silencio.

— Es que, a uno lo aprecio, a la otra persona... le amo. Le amo demasiado. Pero no puedo negarme a la primera persona, el es el correcto, el otro solo nos causaría problemas.

- Que Sea Nuestro Secreto - (Julieta Madrigal x Oc) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora