Parte 26

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Narra Amira:

— Mnmn.... - El puto sol del orto tomó la brillante decisión de posar sus benditos rayos solares sobre mi cara. Como diciéndome que es la jodida hora de levantarme, se cree mi mamá. - ¿Que horas son, Gus?

Bien. Admito que si creí que estaba en mi casa, acostada en mi propio cuarto, tal vez no propio pero se entiende el propósito. Sin embargo, me di cuenta que estaba muy equivocada cuando sentí la cabeza de Julieta sobre mi brazo adormecido, su mano rodeando mi cintura y su rostro poco descansado a centímetros del mío.

¡Mierda, pero que hermoso despertar! El mejor que pude llegar a tener en mi jodida vida.

Bueno, hermoso hasta que me percaté que si el sol ya había salido, mi padre ya estaba despierto. Si mi padre ya estaba despierto, mi madre ya lo estaba igualmente. Si ella ya lo estaba, Agustín y yo ya deberíamos de estarlo también. ¡Pero yo no estoy en casa!

— ¡Carajo! - No lo pensé mucho, en realidad no lo pensé, solo me senté de golpe e hice que Julieta se despertara. Pobrecita. Que torpe soy.

— Ay... ¿Amira, todo en orden, cariño? - Ese largo y adorable bostezo me hizo entender de que ella aun estaba exhausta, y es que la comprendía, la levanté casi a media noche y la mantuve despierta durante un buen rato para que ahora la despierte de un susto.

Solo mordí mi labio lamentándome en silencio.

— E-eh... si, si, todo bien. Lo siento, bonita, pero tengo que irme. - Bueno yo también estaba increíblemente cansada, pero tenía como misión volver a casa y que con suerte nadie se halla dado cuenta.

— ¿Como? ¿No te vas a quedar a desayunar siquiera? - ¿Como decirte que si lo hago mis padres empezaran una búsqueda por todo el pueblo para que a la hora de encontrarme me cuelguen en la fuente de la plaza y así todo el mundo me vea morir?

¿Exagere demás?

No, yo creo que estoy muy apegada a ma realidad.

— No, no puedo. Tengo que volver a casa ya mismo. P-pero quizás mas tarde o esta noche te vuelva a visitar, ¿si? - Me levanté y empecé a buscar mis zapatos algo desesperada en lo que procesaba la cara de preocupación que Julieta tenía.

— Me dijiste que no pasaría nada si te quedabas. ¿Acaso me mentiste? - Es que no es una mentira si yo me hubiera apegado a mi plan de despertarme antes de que el sol saliese.

— Mira, Juli, solo me castigaran durante unos días más, nada del otro mundo. Tranquila. Vendré a visitarte esta noche, claro, si no te molesta. - Julieta parecía poco convencida, pero no hizo nada más para detener intentando tenerme confianza.

Si.... ya veo la correa pegándome a todo potencia. No importa, vale la pena todo sufrimiento si al fin tengo el mejor premio y es pasar el rato con mi amada Juli.

— Ten cuidado, ¿si? - Asentí y nos besamos en su cuarto una última vez, antes de salir y que me acompañase hasta la puerta principal.

— Chao, bonita. Nos vemos luego. - Julieta espero recostada en la pared mientras yo trataba de no perder la cordura haciendo cara a mi destino.

Dios que pase una excelente noche. Quiero más. Quiero mucho mas con Julieta. No digo que simplemente quiero hacer cosas puercas, no, no, no me malinterpreten, yo me refiero a disfrutar juntas haciendo cualquier actividad que nos guste.

— ¡Amira! - La desconcertada voz de mi hermano mayor llegó a mis oídos y tan pronto como me volteé, tan pronto lo vi caer. Típico.

— ¡Agustín, no mames! - Corrí a el y me alisté para ayudarle a levantarse sin que nadie se nos quedase mirando porque, que vergüenza que ya nos hallan tachado como la familia de torpes y aquí Gus confirmándolo.

- Que Sea Nuestro Secreto - (Julieta Madrigal x Oc) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora