Capítulo 12: ¿Cómo se toma el pulso en gente muerta? (Abril)

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No sé cuántos días llevo aquí, recostada sobre el barandal de este mugroso edificio al que parece que estoy encadenada desde la última vez que vi a Ángel, cuando me dijo que era un dolor en el culo al que acababa de sacarle un poco de provecho. No solo me usó sino que además me hizo pensar que tal vez podríamos llegar a ser amigos.

Vaya estupidez.  

Desde ese día, he intentado sacarle provecho a mi nueva vida de muerta, tal vez Dios, Zeus, Allah, Jehová, o quien sea que esté allá arriba haya previsto este pequeño traspié como la pieza clave dentro de un plan mayor y la verdadera razón de mi vida haya sido mi muerte. 

Lo que no logro entender es que parte de este plan mayor es donde encaja el estupido de Ángel y su capacidad de hacerme sentir como una paria, inutil y desdichada, incluso cuando se supone que no debo sentir nada, porque precisamente estoy muerta.

Tal vez tenga que realizar una buena acción antes de poder pasar a una mejor vida, tal vez Ángel sea un pobre alma en pena destinada al séptimo círculo del infierno por todos sus pecados y yo sea algo así como su ángel de la guardia. 

—No puede ser, ¿Porque no me lleva el diablo? —Pregunto exasperada mientras soplo un mechón de pelo tras mis orejas.

—Ten cuidado con lo que deseas, tal vez pueda hacerse realidad. —Su voz suena junto a mi, un poco tímida y podría decirse que hasta algo arrepentida.

—Tienes razón, al parecer ya estoy en el infierno. —Respondo ignorando su mirada, pretendiendo que no está ahí.

—Ouch, no pensé que fuera tan mala compañía. —Intenta bromear y acercarse a mí un poco más, pero a decir verdad lo unico que quiero es estar tan lejos de él como sea posible así que usando  mis nuevos beneficios como fantasma, impongo tanta distancia como es posible, ascendiendo un par de metros, hasta quedar sobre el techo que cubre la entrada a las escaleras de incendios.

—¿Esto responde tu pregunta? —Pregunto con la mandíbula apretada y cara de pocos amigos, mientras me mira boquiabierto.

—Oye, eso fue impresionante, ¿Cómo lo hiciste? 

—Por favor deja de hacer eso, Ángel, me estás mareando. —Hablo apenas en un susurro, pero sé que puede escucharme perfectamente.      

—¿El que? —Ahora parece genuinamente confundido.  

—Un día me miras como a un gusano de tierra, después eres amable sólo porque necesitas que salve tu vago e irresponsable trasero de la expulsión, luego vuelvo a ser un pedazo de mierda y volvemos a empezar. ¿Lo ves? No logro seguirte el paso.

—Lo sé. Lo siento. —Avanza hacia mí con las manos entre los bolsillos y una mirada arrepentida que derrite a cualquiera. Él sabe perfectamente lo que hace, pero no pienso caer esta vez.

—¿Qué necesitas ahora, un cinco en cálculo integral? —Ruedo los ojos, mientras intento sostenerle la mirada, pero es tan bueno en lo que hace que me cuesta mantenerle el paso.

—Por favor Abril, sé que fui un completo hijo de puta y en serio lo siento, solo quiero disculparme.

—No te creo.

—Y no te culpo, así que espero que esto hable por mí. —Del bolsillo interno de su chaqueta saca un sobre de manila perfectamente sellado y lo pone sobre el barandal donde estaba acostada hace un par de minutos, antes de abrir la puerta bajo mis pies y desaparecer por la escalera.  

Intento no caer, resistirme ante el misterio que representa aquel solitario sobre que reposa en el barandal y cuya solapa baila al ritmo del viento helado de mayo, pero es inutil, no puedo resistirme mucho tiempo.

El Cielo De Abril  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora