La tarde es cálida y soleada, a pesar de que hace un par de horas estaba lloviendo tan fuerte que parecía que el cielo fuera a caerse, algo a lo que tienes que acostumbrarte si vives en la capital, pues el clima es impredecible y la gripe por la variación climática es inevitable.
Pero no es solo el clima, todo el ambiente es más cálido, más feliz, simple. Me encuentro caminando por el campus con David a un lado y Celeste al otro, aún agarrada de mi brazo como si fuera su soporte vital, nos encontramos charlando amigablemente sobre algún nimiedad mientras avanzamos sin prisa hacia el teatro León de Greiff. en donde tendremos nuestra primera cátedra de Jorge Elicer Gaitan.
—¿Podríamos sentarnos juntos? —Pregunta Celeste y me mira haciendo un puchero.
—Claro que sí, preciosa. Nos sentaremos al fondo del auditorio. —Quiero añadir algo sobre que las luces nunca llegarán a ese lugar y podremos tener un poco de intimidad mientras los invitados parlotean en el escenario, pero creo que es obvio, así que solo le dirijo una sonrisa lasciva, de esas que sé que le encantan.
—Por favor consigan un cuarto, chicos. —Protesta David, con las manos en los bolsillos y la mandíbula apretada.
—Relájate, no vamos a hacer nada. —Miento. Sé que David también lo sabe, porque solo rueda los ojos y avanza el resto del trayecto sin nosotros, encabronado.
Cuando llegamos al auditorio no veo a David por ningún lado, pero decido dejarlo pasar y tal como se lo prometí a Celeste nos sentamos en la parte de atrás del auditorio, me inclino hacia ella y pongo un mechón de su cabello tras su oreja para depositar un beso sobre la curva desnuda de su cuello, pero entonces, justo cuando estoy por posar mis labios sobre su piel, la puerta frente a mi se abre de par en par.
El auditorio entero enmudece.
—Lo siento, ¿Puedo pasar? —Pregunta una chica de cabello rojo fuego, tan pequeñita y delgada que desaparece dentro de su chaqueta color verde militar.
—No. —Dice el ponente que se encuentra sobre el escenario usando el micrófono para dejarlo más claro y unas risitas burlonas se escuchan desde algún lugar del auditorio.
La piel de la chica que es tan pálida como el papel de repente se torna casi del color de su cabello, revelando unas pequeñas pecas que cubren sus pómulos y la punta de su nariz.
—Es la primera clase, seguramente estaba perdida. —Me encuentro diciendo antes de poder controlarme, poniendome de pie y capturando las miradas curiosas de algunos asistentes, pero la mirada que más me interesa es la de la chica misteriosa que se encuentra a tan solo unos pasos de mi y que me observa tan fijamente con sus ojos negros que creo que podria absorverme dentro de ellos.
—Bueno, siga Señorita... —Habla el ponente de nuevo a través del micrófono y la observa esperando una respuesta.
—Abril Tod. —Susurra cohibida, aún sin apartar sus ojos de mí.
Toda ella me es familiar, de una manera inquietante y peligrosa, su melena roja y alborotada, sus hipnoticos ojos negros que me obervan con la misma curiosidad y sus labios ligeramente entreabiertos que no puedo pasar por alto. Sé que la he visto antes, en algún sitio, así que repaso todas las posibles variantes; el pueblo, la escuela, algún viaje de puente festivo, alguna otra clase, por el campus, ¿Y si ya dormí con ella pero no puedo acordarme? No, no es nada de eso, es algo más y sé que ella también lo sabe por la forma en la que me observa.
—Bueno señorita Tod, por favor ubíquese en alguna de las sillas, estamos a punto de empezar. —El ponente rompe nuestra burbuja y ella se ubica casi que del otro lado del auditorio en cuestión de segundos, como si huyera de mí.
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El Cielo De Abril [TERMINADA]
Fiksi RemajaPara Abril, ser un alma en pena no está tan mal, pues incluso estando viva era invisible. Lo que realmente la cabrea es que el único que pueda verla y que puede ayudarla a llegar a la otra vida, sea Ángel; un cabeza hueca a quién no podría importar...