Abril luce como Abril, pero no es Abril, al menos no la que yo conozco. Su cabello rojo, sus ojos negros y sus pecas siguen intactos, es verdad, pero luce... diferente.
Su cabello rojo cae sobre sus hombros en bucles desprolijos y es adornado por un tocado de flores silvestres, tiene una blusa de algodón color blanco hueso, una falda de pana color rosa que le cae hasta los tobillos y un par de zapatos de charol.
—Sabes que no es lo que quiero, cariño. Deseo estar contigo. —Me dice empapada en lágrimas mientras sostiene mis manos contra su pecho.
¿Cariño?
—Tus padres no lo permitirán, Abby. No tengo dinero, ni rango, ni casta. No soy nada. —Me oigo decir.
Es mi voz.
Soy yo.
Pero no soy yo.
Veo a través de mis propios ojos, pero no puedo sentir su tacto, es como si fuera una pantalla, como si estuviera viendo el mundo a través de una película vieja.
—Huyamos esta noche. Estamos a tiempo. Podríamos empezar otra vida, lejos de aquí, lejos de todos. —Dice y quiero decirle que sí, pero de nuevo esa voz habla por mí.
—Te casas mañana Abby. Con el general Gandía, y yo estaré ahí, como invitado.
Ella solloza y yo me las arreglo para no seguirla, aunque mi corazón está roto en mil pedazos, solo porque empiezo a escuchar pasos que se dirigen a nosotros.
—¡Ahí están, atrapenlos! —Grita una voz a mis espaldas y antes de que pueda detenerlo dos macancanes con uniformes de color azul toman a Abril por la cintura y la separan de mi mientras ella grita, llora y se remueve.
Intento llegar a ella, pero otros dos hijos de puta me detienen por los hombros.
—¡No! ¡Te amo! ¡Te amo Ángel! —Grita entre sollozos. Es entonces cuando un hombre se para frente a ella y le cruza la cara con una cachetada.
—Basta, Abril. Serás mi esposa mañana. —La toma por las mejillas y le da un beso húmedo y desagradable. —llevésenla, antes de que alguien se entere de esto.
—¡Sí mi general! —Dicen ambos macancanes al tiempo y desaparecen en cuestión de segundos.
—En cuanto a ti, insurgente de mierda. —Susurra dándose la vuelta y mirándome como si fuera una cucaracha. —Tengo un regalo listo para ti. —Sonríe con sorna y ordena que me den la vuelta, mostrándome el paredón de fusilamiento en el centro de la plaza.
—Ni siquiera asesinandome harás que ella te ame. —Digo, antes de que uno de sus guardias me dé con la culata de su arma en la parte de atrás de la cabeza.
—veremos. —Sentencia y el mundo desaparece a mi alrededor.
A pesar de no ver nada, siento como mi cuerpo es catapultado hacia otro lado, hacia otra parte de la historia. De nuestra historia.
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El calor es sofocante, insoportable, casi como estar en el infierno, pero peor.
Estoy en la plaza central de algún lugar, rodeado de personas de piel morena, sombreros de fique, camisas blancas y alpargatas. Es de noche y la plaza está alumbrada por nada más que las estrellas y la luna llena, pero el ambiente es tranquilo y jovial.
—Esto tiene que cambiar, nos tienen que escuchar. —Dice Abril a mis espaldas, mientras sostiene entre sus manos una cuchara de palo.
Su piel está más bronceada y su apariencia es un poco más austera, con nada más que una blusa y una falda larga color crema, su cabello recogido en una trenza de pez y oculto bajo un pañuelo amarillo y unas alpargatas, pero no deja de ser hermosa.
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El Cielo De Abril [TERMINADA]
Teen FictionPara Abril, ser un alma en pena no está tan mal, pues incluso estando viva era invisible. Lo que realmente la cabrea es que el único que pueda verla y que puede ayudarla a llegar a la otra vida, sea Ángel; un cabeza hueca a quién no podría importar...