Me estoy volviendo loca.
Estoy caminando de un lado a otro en el claustrofóbico y minúsculo espacio de tres metros cuadrados, completamente desesperada, a punto de tener un ataque de histeria. El reloj de su mesita de noche indica que faltan cinco minutos para las seis de la mañana y según mis cálculos, Angel ha desaparecido por casi doce horas cuando salió corriendo como un poseso gritando que tenía un plan brillante.
¿Que Ángel tenía un plan? ¿Cual era? ¿Encerrarme como una maldita presa en su habitación hasta que me desintegrara por completo? Tal vez se asustó cuando en medio de nuestro toqueteo le dije que quería más y pensó en que lo mejor que podía pasar sería huir al otro lado del mundo para evitar lidiar conmigo.
Joder.
Estoy a punto de darle un puñetazo a la pared cuando la puerta frente a mi empieza a abrirse de repente.
—¡Angel, volviste! —Exclamo aliviada y empiezo a caminar en su dirección. —Pensé que te habías ido, escucha, perdón por lo que dije yo...
Estoy a media frase cuando la puerta termina de abrirse por completo y en vez de Angel, un David completamente pálido y consternado atraviesa el marco, sosteniendo un sobre de manila y una vela de color negro en una mano y un crucifijo en la otra.
—¿Y tú qué carajos haces aquí? —Pregunto como si en serio pudiera verme u oírme en su defecto.
—¿Hol-Hola? —Dice con voz ahogada mirando a través de mí, en dirección a la ventana. —Hola, Abril, soy David. Vengo en son de paz. —Declara gesticulando de más, como si fuera una estúpida y dudando un poco, decide dar un par de pasos dentro de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.
Ruedo los ojos.
—Uhm. Sé que esto va a sonar muy loco pero. —Se pausa y toma aire antes de seguir. —Estoy tratando de ayudarte.
Dicho esto, se sienta en el piso, sobre la vieja alfombra de Angel y dispone la vela negra frente a sus piernas cruzadas y el sobre de manila a un lado.
Cierra los ojos un momento como si estuviera reuniendo el valor, y luego saca un encendedor que dirige peligrosamente a la vela antes de decir:
—Esta vela va a liberarte.
—Espera. ¿Qué quieres decir por liberarme? ¿De qué hablas? ¿Eso es todo? —Escupo las preguntas a trompicones en medio de una angustiosa diarrea verbal.
No puedo creer lo que está pasando. ¿De qué va todo esto? ¿Acaso Ángel no tuvo los pantalones suficientes para deshacerse de mí en persona y tuvo que mandar a su perrito faldero a que terminara el trabajo? Ahora entiendo su actitud de hace un par de horas, completamente determinado a llevar a cabo su plan.
Sus palabras vuelven a mi como un disparo en la sien: Mi madre va a ayudarnos, vamos a desafiar a la muerte. Por lo visto a lo que se refería era a usar a su madre para que hiciera una vela que acortara mi tiempo aquí y no supo cómo decirlo, así que evadió la responsabilidad enviando a David a encender el pabilo de la maldita vela.
Uso todas mis fuerzas para apagarlo.
—La ventana está cerrada y no hay corrientes de aire, ¿Cómo es que... —Susurra para sí mismo levantando la vista de la vela para observar directamente en mi dirección con los ojos a punto de salir de sus cuencas y el rostro tan pálido como el papel. —Ay, santo Dios.
—Padre nuestro que estás... —Empieza a rezar de memoria en cuanto levanta el crucifijo en mi dirección con una mano temblorosa, con la otra intenta encender de nuevo el maldito pabilo, pero decido de nuevo emplear todas mis fuerzas para empujarlo de su mano hacia abajo de la cama.
ESTÁS LEYENDO
El Cielo De Abril [TERMINADA]
Novela JuvenilPara Abril, ser un alma en pena no está tan mal, pues incluso estando viva era invisible. Lo que realmente la cabrea es que el único que pueda verla y que puede ayudarla a llegar a la otra vida, sea Ángel; un cabeza hueca a quién no podría importar...